miércoles, 15 de febrero de 2017



Hace unos días quise comprar unas flores para la mesa del salón. -Papá, ¡voy a poner unas margaritas!- le dije a mi padre muy emocionada. Mi padre se sonrió y aunque no repitió en voz alta que siempre me olvido de regarlas, me dijo: y, ¿no será mejor que riegues esa tan maravillosa que tienes? La que está ahí a pesar de todo. Verde. Fuerte. La única que ha resistido a ti.- Yo encogí los hombros y seguí deseando mis margaritas. Ahora te he conocido, y he comenzado a regar mi planta verde a diario. Quiero que se quede, ¿sabes? Quiero mimarla. Ya no me gustan las margaritas. A veces me olvido, porque no puedo evitarlo, pero ella aguanta y juraría que la he visto sonreír. Creo que es tu luz. Quizá tu color. Quizá seas tú, que estás y eso es suficiente para seguir con vida.

Por favor:

Quédate.


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