martes, 23 de junio de 2015

Alas.



Tengo una cicatriz que me recuerda que soy rara,
la piel morada de tanto intentarlo,
lágrimas a punto del suicidio
y la sonrisa a medias,
tres lunares en mi pecho izquierdo
y un mundo en mi ombligo,
un infinito tatuado en mis muñecas,
a la incertidumbre entre mis piernas,
marcas del amor en mis rodillas,
raíces en mis tobillos,

         y alas

  en mis pies.

Maldita zorra. Elvira Sastre.



Estaba loca:
su tristeza no era de este mundo,
a veces estallaba a reír cuando me lloraba sus penas
y solía enredarse el pelo cuando le iba bien.


Se pintaba los labios antes de dormir:
'quiero estar guapa para mis sueños', me decía.
Luego se levantaba con el rímel corriéndose en sus ojeras,
como en mis mejores fantasías,
y me preguntaba la diferencia entre una nube y una ola.

Yo la observaba en silencio
-un silencio consciente,
pues ella era una de esas mujeres
que te hacen saberte derrotado antes de intentarlo-,
como si tratara de vencerla sin palabras,
como si esa fuera la única forma.
Ilusa.

En ocasiones todo lo que hay más allá
de alguien es superfluo
y todo lo que hay dentro de uno es redundante.
No lo sé,
le hubiera repetido un millón de veces por segundo
que era más guapa que un pájaro sobrevolando el mar
y que sabía más dulce que la caricia de un padre,
pero ella estaba loca,
loca como un silencio en medio de una escala,
y solo me besaba cuando me callaba.

Maldita zorra.

Solía decir que los peces eran gaviotas sin alas
y era imposible tocarla sin que gritara.
Yo lo disfrutaba: era un instrumento delicioso.

Cuando le decía que amaba su libertad
se desnudaba y subía las escaleras del portal sin ropa
mientras me decía que echaba de menos a su madre.

Cuando tenía miedo
se ponía el abrigo y se miraba al espejo,
entonces se reía de mí y se le pasaba.

Cuando tenía hambre
me acariciaba el pelo y me leía un libro
hasta que me quedaba dormida.
No sé qué hacía ella después,
pero cuando me levantaba ella seguía ahí
y mi pelo estaba lleno de flores.

Un día se fue diciendo algo que no entendí,
supongo que por eso empecé a escribir.
Me dijo:
no me estoy yendo,
solo soy un fantasma de todo lo que nunca tendrás.
Maldita zorra.
Maldita zorra loca.

Estaba loca,
joder,
estaba loca.

Tenía en su cabeza una locura preciosa.

¿Cómo no iba a perder la puta razón por ella?

-Elvira Sastre-


Fotografía: DIENES de Andre, 1913-1985 (Romania)



Se busca sapo

(que sea muy verde) y

que se deje amar
con locura.
Los príncipes
están demasiado
ocupados 
buscando el cómo
querer.


Día 15 después de ti.



Hoy había tostadas para dos, y te has marchado a las 9 (como siempre) de mi cama. Sé que no debería amarte, pero es este verano que se cuela por mi alfombra y no me deja dormir sola sin ti. Al marcharte, supe que la risa ya no sería risa sin ti. Que el llanto, ya no sería triste sin ti. Que las mañanas ya no tendrían olor a café. Y hoy, has vuelto. Pero no para quedarte. Dices que eres un alma de paso. Que vienes a disfrutarme, y yo me dejo. Por qué no. Al fin y al cabo, yo también disfruto. Y tanto que disfruto de ti.

viernes, 19 de junio de 2015

Te quiero
contar que eres esa razón por la cual
podría perderla. Y la pierdo.
Creo que ha vuelto a latir mi corazón
de los quince. El de los besos en el
portal, los paseos a deshoras, y el
amor desconocido. La sonrisa sin
que se note. Las palabras que se escapan
de tu boca y chocan contra mi ombligo,
donde disparan un ejército de mariposas
que creí que eran vulgares gusanos que solo
me consumían por dentro. Y no. Es tu voz
quien hace volar sus alas por dentro de mí,
y entonces, vuelo con ellas cuando salgo
a mi balcón como Julieta y no te espero,
y ahí estás: buscándome como yo
te he buscado toda mi vida. Y ahí está:
tu sonrisa, esperando a que baje por la escalera
de tu vida y te rompa los esquemas. Y esa forma
tan correcta que tienes de existir. Y es que no
sabes que el placer se encuentra en un baño
desnudos al atardecer en medio de un valle,
rodeados de gente que mira atónita nuestra
vulgar existencia. Pero prometo que yo a ti
te quiero
enseñar
a volar
como mis mariposas.




Es tan bello 
esto que nos pasa 
que no sé cómo 
contarlo.

Día 11 después de ti.


Alguien me dijo
que el día doce
sucede el olvido.
Pero a mí ya
se me olvidó quién.

martes, 16 de junio de 2015

Día 10 después de ti.

Lo que más me jode es saber
que me estoy olvidando de ti.
Que ya no habrá poesía bajo
mi almohada. Ni versos sobre
la cama. Que no habrá tú debajo
ni yo encima. Ni al lado. Que no
habrá un nosotros. Ni vecinos
escandalizados. Que no habrá
sábados eternos en mi cocina,
ni domingos de paseo en bicicleta.
No habrá más tú. No habrá más yo.
Y, no sé cómo, pero joder.
Lo estoy olvidando.

domingo, 14 de junio de 2015

Día 9 después de ti.


Llueve. Y ya sabes que me encanta
notar las gotas de lluvia sobre mis pies
descalzos. He cogido mis sandalias favoritas
y he salido a pasear. En realidad solo quería
encontrarte. Como Cortázar: "andábamos
sin buscarnos, pero sabiendo que andábamos
para encontrarnos". Solo que en singular. Esta vez
solo andaba yo.
              
                    Es tan triste revivirte sin ti.

En mis oídos suena "My Girl"
             y de pronto
cae un mar entero sobre mis sueños.
Tropiezo y rompo mis sandalias. Despierto.
Comprendo que ya no estás y que no vas a
volver. Que mis pies descalzos ya no te hacen
reír, que tus dedos no me hacen volar, y que
mi sonrisa no te hace temblar. Ya no. Son nueve
días sin ti, nueve días sin mí.
                                   Sin ti, ya no soy yo.

La primavera ha perdido su color,
las rosas están mustias, el parque
ya no es verde, y me ha dado por odiarlo.
Lo odio con todas mis fuerzas,
casi con las mismas que te sigo amando.
Llevo ya varios días sin comer ni dormir, es
esta abstinencia de tu olor, de tu sabor,
de tu cordura que me ha vuelto tan loca.


Y vuelvo a este hogar vacío de vida
con el alma empapada, los pies descalzos,
y el corazón en un puño.
El amor debe ser eterno 
mientras dure.


Pasear contigo es volver
a ser todo eso que yo creía que ya no
era, ni podría llegar a ser.


Fotografía: Cáceres. 13 de junio del 2015 by P&D

Día 8 después de ti.




El cielo está gris, pero no llueve.
Creo que no hay nada más triste

jueves, 11 de junio de 2015

Día 7 después de ti.



Día 7 después de ti.



Hoy te he visto. Y se han vestido
de otoño las calles en junio,
al caer todas las hojas de los árboles
a tu paso. El sendero se ha vuelto del
color de tus ojos y el cielo de un color
gris infierno. Como el que vivo cada día
que pasa sin ti. La lluvia ha camuflado
mis lágrimas al intentar besarte desde
tan lejos. Y he caído en la certeza de que
ni siquiera eras tú. Era mi mente imaginándote,
y esta tormenta que huele a vida mojada,
y torrenciales de violencia en forma de gotas
de agua cayendo sobre mis piernas que ya
no caminan, porque sin ti han perdido el Norte.
Y el Sur, y el Este. Solo se giran hacia el Oeste
porque es donde está tu casa. Y rezo, como
un musulmán mirando hacia la Meca, a tu
residencia, como si un dios, tú
me fuera a escuchar, y traerme de nuevo
los días de abril, donde aún no llegaba el invierno
y eras tú quien florecía cada amanecer
entre mis piernas. Y un latido acelerado
anunciaba el comienzo de un nuevo día.
Ahora no hay latidos, ni tan siquiera hay días.
Creo que debo haber muerto,
porque la vida no sabe a nada.




Fotografía: Robert Frank Los Angeles 1956

Día 6 después de ti.



Día 6 después de ti.



Te he llamado. Esta vez, sí. Con elle.
Y todas las aceras de Cáceres gritaban
tu nombre sin mis acentos.
Me has contado algo de un perro,
y de tu madre, y de que la vecina de
en frente pregunta por mi salud.
Como si a mí me importara algo
que no fueras tú, cómo estás,
qué llevas puesto y quién te lo quita.
Quién le roba las horas a tu trabajo
y quién guarda tus sueños, con s,
porque aunque no lo creas, tú sueñas,
mucho más que yo. Conmigo.


Y dice Elvira,
"que te echo tanto de menos que en mi reloj aún es ayer".



martes, 9 de junio de 2015

Día 5 sin ti.


He pensado en llamarte. Pero sin elle. 
Y me han estallado todos los sentidos. 
La poliandria y la poligamia 
parecen decentes, si eres tú quien
al final del día apoyas la cabeza 
sobre mi almohada.
Quizá, la poliandria no. Quizá la poligamia. 
Estoy pensando en ampliar mi gusto
sexual, y que esté todo permitido. 
Siempre he querido hacer un ménage 
à trois, si es contigo. He leído algo sobre
el poliamor: ya he encontrado un término
que describe todo en lo que tú
creías. No sé si quizá yo. 
No, yo no. Lo mío es solo contigo. 
Que yo te hablo de un amor libre,
albedrío. Mi devocionario, tú.
Perdido en las ruinas de mi vida.
Mi revolución, tú. Sumergido
en las manifestaciones de mi sexo. 
Mi perdición, tus labios. Condenados
a una eternidad entre los míos.


¿Y tú,
qué dices?
¿hacemos un pacto?

sábado, 6 de junio de 2015

Día 2.



Día 2 después de ti.

Sigo despertando a las 9 los sábados, como si tuvieras prisa por irte de mi cama aún. Somnolienta preparo tostadas para dos, y cuando abro los ojos a lo que estoy haciendo tiro los restos de mí misma por la ventana para alimentar a los pájaros hambrientos que tanto odiabas porque se comían enteras tus plantas de esa droga que te gustaba mucho más que un nosotros, y que te hacía perder en esos mundos que yo no alcanzo. Ya no suena Lana del Rey, porque no he pensado siquiera en llorar. Nadie se esnifa mi pelo para quedarse para siempre su olor, y nadie se acomoda debajo de mi cuello para darme su mano por las noches. Resulta que al golpear el espejo, cuando confesaste que cada atardecer dejabas tu corazón debajo de una almohada distinta, me rompí todos los dedos de la mano derecha y ni siquiera puedo acariciarme pensando en ti. Para recuperarme, estoy construyendo un puzzle donde es él quien finalmente le besa a ella. Y es ella, la que por vez primera en la historia, decide si corresponderle o no. Ambos están situados en un precipicio, aquel al que les ha llevado el amor. Es ella, la que tiene los pies fuera, pero también es ella, quien está llena de color: El Beso de Klimt, siempre te preguntaste por qué me gustaba tanto. Aquí tienes la respuesta. Siempre pensé, que él serías tú, con esas formas tan cuadradas y racionales en su capa, y que ella acabaría siendo yo, con esos colores y esas curvas en su vida, agarrándome por siempre a ese beso.


viernes, 5 de junio de 2015

Por qué no me enamoré de ti

Por qué no me enamoré de ti
(y ya no importa).
         
          O por qué sí.
          (Y no te olvido)




Porque (no) te paras en mitad de la nada a oler una rosa,
porque (no) me sorprendo cantando en la calle junto a ti,
porque (no) me dices que estoy loca si salgo descalza
cuando llueve, y te agarro y te beso en zonas prohibidas.
Porque el día (no) te amanece temprano para amarme,
porque en la noche siempre te cansas al caer el sol.
Porque el trabajo (no) te llena las horas, pero (no) la mirada
(ni) el corazón. Porque el corazón te llena el espacio,
y el tiempo, pero (no) la mirada. (Ni) el alma.
Porque tu saliva llena mi boca y mi sexo,
pero (no) mi sed. Porque tus dedos satisfacen
mi libido y aplacan mi locura, pero (no) mi hambre.
Porque tu razón (no) me llena la cabeza de cordura
y me quita los versos que yo solo concibo desde el alma.
Porque (no) quisiste pararte a mirar el precipicio
que es mi boca y escuchar las locuras
que solo fui capaz de esbozar el último día.
Porque nunca quisiste leer mi libro
sin ver antes la portada.

jueves, 4 de junio de 2015

Loreto Sesma.

Tras haber leído, subrayado y quemado cada una de las hojas me he dado cuenta de que yo nunca fui Don Quijote, porque nunca fui valiente, nunca me atreví a enfrentarme a mis gigantes.



He aprendido que el invierno no era la llegada del frío si no ver llorar a mi madre. He llegado a la conclusión de que nunca acabaré de memorizar cada una de mis cicatrices, porque las sigo confundiendo con heridas, cuando me empeño en abrirlas. He medido la distancia en abrazos que le debía a mi hermana. Me he dado cuenta de que el amor no tenía nada que ver con lo que me habían contado, solo tenía que ver conmigo, y solo lo he sabido cuando en mitad del huracán he necesitado crear mapas con la piel de mi espalda. Sigo leyendo a Benedetti cuando se me cansan las alas y sigo haciendo florecer a Neruda cada primavera.He aprendido que no es a la tercera cuando te das por vencido, porque nunca has de rendirte. Que voy a tropezar, a caer, y a hacerme tantísimas heridas que voy a querer tener un doctorado en huidas, pero acabaré tirando pa’lante.


Porque sin andar no hay camino, y sin camino no hay historia, ni victoria, sólo derrota. Además, andando hacia atrás, uno siempre tiene más probabilidades de tropezar con la misma piedra.

También he aprendido que la magia del naufragio no está en llegar a ser superviviente, sino en aprender a bailar con el vaivén del mar, en mitad de la tormenta, agarrar el timón, aguantar el tirón, enamorarte de la corriente, ser paciente que las nubes se irán.

Que ya lo decían los Beatles: “el sol en algún momento va a llegar” y mientras, mientras tendríamos que bailar, bailar escuchando a Extremoduro, otorgándole a la noche un derroche de gaste de caderas.

¿De veras creíais que iba a rendirme? Los que estuvisteis apuntándome con el dedo, deberíais saber que sigo siendo yo la que me pongo la pistola en la sien y la que decido si apretar o no el gatillo, que no hay más balas para mí que las que yo misma fabrico y no tengo más heridas que las que yo me hice por voluntad propia.

Lo bueno de tener el corazón hecho pedazos es eso, que las balas de los demás tal como entran, salen.

En fin, que no necesito la saliva de nadie para curarme, eso tuve que aprender a hacerlo yo solita; que por mi suerte o para vuestra desgracia, todavía no voy a ser el blanco fácil de nadie.

No busco la aprobación de algún que otro imbécil que me dirá que esto no es poesía, porque es verdad, no lo es, esto es vida, la mía, así que ya decidiré yo como escribirla.

En fin, que sigo queriendo a morirme a todos los que me agarran cuando me fallan las fuerzas, que sigo teniendo en cuenta que aunque llegue el día que la sonrisa se me tuerza, van a estar ellos colocándome el mundo.


Y por eso, lo último pero más importante que he aprendido es que no soy aunque a veces no esté, sino que estoy aunque a veces no sea.


-Loreto Sesma-



Fotografía: Ernest Hemingway & Martha Gellhorn by RobertCapa.