sábado, 28 de febrero de 2015

Un día raro.

Es difícil hablar del dolor. Del sentimiento de frustración. Es difícil hablar de la desesperación. Más difícil aún es levantarte un buen día y no saber qué es lo que te pasa. Hoy tengo un día raro, te dices. Pasan los meses y el dolor físico es tan profundo que no se puede explicar. Un buen día, tu cuerpo repentinamente se para y los médicos se ciñen a preguntar si tienes problemas personales, te dan un zumo o como mucho una pastilla que creo recordar se llama Orfidal. Consiguen que estés como ellos, dormidos. Pasan los meses y te percatas de que esa dosis sublingual no fue nada más que miedo a lo desconocido, lo raro. No quieres creer que sea ignorancia. Simplemente es raro. Por fin alguien te da una posible explicación a que tu cuerpo haya decidido no moverse más, que tus músculos hayan decidido atrofiarse, no pertenecerte nunca más o por un tiempo. Rezas para convencerte de que sea solo por un tiempo, ni si quiera sabes cuánto puede durar. Cuánto daño emocional pretende hacerte tu cuerpo rebelde que ha dejado de funcionar. No lo sabes y tampoco te resuelven la duda, quizá ellos ni si quiera lo conozcan. No puedes levantarte. No puedes caminar. No sabes qué es. Hay días en que te levantas y el dolor no te deja si quiera pensar. Pero no te puede vencer. No, a ti, no. Te da por preguntar al gigante, Google. Y se te abre un mundo desconocido, raro. Tecleas un conjunto de síntomas y palabras raras que te han dicho como posible diagnóstico y ahí lo tienes: artículo de wikipedia sobre las enfermedades raras, aquellas que afectan a una de cada dos mil personas en España. ¿Pero qué es esto?, te preguntas. No puede ser. Comienzas a leer. Descubres un blog: 'vivirconmiopatia.blogspot.com'; Cristina cuenta que lleva ocho años sin poder caminar más de cincuenta metros seguidos y que, por fin, un médico ha decidido saber qué le pasa. A Cristina le han dicho durante ocho malditos años que es hipocondríaca, que sufre de estrés y que quiere llamar la atención. A Cristina, seguramente le hayan puesto un Orfidal sublingual, igual que a ti. A Cristina, seguramente le hayan hablado de problemas personales, como un día te hicieron a ti. Pero tú has tenido más suerte. Aquel médico que te vio llorar ante la impotencia de no poder levantarte del suelo, decidió estudiar la posibilidad de una rareza en ti, una condición diferente, algo que te hace único... e incurable.
Pasan los meses y no hay mejora, no hay diagnóstico. Aunque se enciende una luz al tener acceso a una prueba que podría dar pistas de lo que te pasa, o quizá no. Ni si quiera sabes si quieres que esa prueba te dé pistas. Ahora te estoy hablando del miedo, el miedo a lo desconocido, a lo que no se ve, a lo incurable, el miedo al propio miedo. Por fin tienes cita, después tardarán meses en darte el resultado pero mientras tanto tú has decidido vivir. No queda otra, moverte poco pero sacar tu sonrisa al sol. Hay días en que tienes que usar unas ruedas como sustitución a tus funciones motoras, pero no importa, eso no es lo importante. Lo peor viene cuando alguien se acerca y te pregunta: pero… ¿qué te ha pasado? Ahí de nuevo sufres el shock. Porque no tienes respuesta, no la hay. Nadie la tiene, al menos por el momento, desde hace ya solo tres meses. Siempre recuerdas a Cristina y piensas que tres meses no es nada. Pero sí lo son, con sus días y con sus noches, dolores y frustraciones.
Probablemente (quiero pensar) que mi enfermedad sea algo temporal. No me importa si mi rareza no tiene explicación, si ha sido una inflamación muscular provocada por una respuesta autoinmune. Probablemente todo acabe dentro de unos meses como un mal sueño. Pero puede que no. Puede que como Blanca de la Cruz o Cristina, luche durante años por un diagnóstico. Y que durante años pregunten qué es lo que me pasa y que nadie tenga la respuesta. A pesar de ser una apasionada de las letras, no tengo la facultad de poder describir todo ese proceso de rechazo ante una enfermedad poco común, la desesperación, el miedo, la incomprensión. En todo este tiempo he leído mucho sobre estas enfermedades y todos los casos tienen un denominador común: el afán de superación, las ganas de vivir y la lucha continua por ser escuchados, por ser visibles.
Hace justo un año, yo misma, publicaba un artículo que nada tenía que ver con un día raro. Hablaba de una joven nacida en una generación de genios, La Genieración. Que se alegraba de poder viajar e ir de un lado para otro y de poder estudiar en un millón de sitios. Daba gracias a la vida, sin ser consciente de que esa vida un año después podría no estar. Esto, me ha pasado a mí. Pero te puede pasar a ti.

Hazte un favor. Hazlas visibles.



viernes, 27 de febrero de 2015

De barcos de rescate que nunca llegaron a buen puerto.

Cuando todo pase y tu sonrisa llame a mi puerta, no esperes una de vuelta. Quien no supo bailar durante la tormenta no puede esperar que el sol vaya a secarle su ropa mojada. No este sol, al menos. No esperes que mis manos recorran tu vientre hasta llegar a tu deseo, no esperes que mi boca recorra los lunares de tu espalda porque esa ruta ya se habrá borrado de mi memoria. Para cuando todo esto pase, no esperes que mi fuerza recoja tu desesperación porque si algo habré aprendido es que de nada sirve nadar a contracorriente o remar entre tus mares revueltos si llegado el momento de ahogarse no hay ningún barco de rescate.

Futuro incierto.


Toma mi presente,
mi futuro incierto.

Y que el mundo nos recuerde
por soñar despiertos.



martes, 24 de febrero de 2015

No lo pienses ni un segundo

Y ahora corre, gilipollas. Sal de casa, no te cojas las llaves, para qué. Coge la cartera, que la cosa no está barata para ir mendigando. Plántate en la estación y coge el primer tren que encuentres. ‘Qué le digo’, ‘Qué hago’, ‘No tendría que haber hecho esto’, ‘Tendría que haber dicho que SÍ’. Quítate esas mierdas de la cabeza, los viajes en tren están hechos para poner los pies en el asiento de enfrente y que el revisor te eche la bronca. Para ir escuchando vuestra canción favorita. Para quedarte dormido en el hombro de la viejecita  de al lado. Espera a que se abran las puertas y vuelve, vuelve a correr, maldito gilipollas. Sortea a la gente, ábrete paso, empújala si hace falta, que se jodan, ellos no tienen tus ganas, ellos están muertos por dentro. Qué sabrá toda esta gente del amor. Llama a su timbre, pues claro que no puedes esperar. La puerta está abierta, sube las escaleras de tres en tres, tropiézate si hace falta. Haz ruido, mucho ruido, tienes una puta filarmónica en el pecho y no te da la gana de callarla. Allí está. Mirándote. Atónita. Qué guapa está. Cógele la cara con las manos y cómele la boca. Cómesela como si llevases meses sin desayunar. Con ella.

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Eso es lo que ella piensa que harías, lo que estaría bien hacer.

Pero lo que haces de verdad es muy diferente. Te quedas mirando esa pantalla del movil, esa conversación en la que lo único que haces bien es escribir las tildes para quedar de serio. No arriesgas. Y quien no arriesga no gana. Y tu la acabas de perder. Acabas de perder aquella chica a la que conociste por casualidad y la que te dió ganas. De qué, de lo que sea pero te hizo avanzar.


- No conozco el nombre de la autora-



Es perfecto,
pero demasiado caro para la escasez emocional
que se pasea en estos tiempos
por mi corazón.


Conozco esa sonrisa. La he visto otras veces. Esa en la que caben un millón de lágrimas. La que escuda la debilidad por si viniera la guerra, desconozcas el color de la bandera.

~Ernesto P. Vallejo~



La persona perfecta es aquella que, pudiendo estar en cualquier lugar del mundo, 
elige estar contigo porque a tu lado la vida es mejor.




-Adaptación de "El hombre perfecto"-

domingo, 22 de febrero de 2015



"El invierno pasado encontré una aguja en un pajar. Me pinchó la piel y me llenó de amor. Ahora soy un adicto".

-The Orgasm Diaries-

sábado, 21 de febrero de 2015

El cielo en la tierra




No sé muy bien por qué volvió a mi vida justo en ese preciso instante en que todo estaba desordenado. Quizá fueron los coletazos de febrero o las últimas nevadas del invierno. Lo hizo silencioso, como asoma la primavera entre las piedras de un bosque en enero. Lo hizo sin asustarme, como lo hace el sol en una mañana nublada. Lo hizo como pudo, y yo huí. Pero no importó. Huí porque no quería dar de bruces con la certeza de que no me quisiera amar en mi condición actual. Le dejé ir una vez, pero ahora no estaba preparada. No quería saber que no estaba hecha para ser amada. No, no era el momento. Fueron pasando los meses y sentí que le estaba engañando al no contarle mi verdad, aquello que me atormentaba, un diagnóstico que cambiaría por completo mi vida. El día en que ya no pude más, en que creí que iba a alcanzar otra dimensión de tanto amor, se  lo conté. Las palabras fluyeron solas como si hubieran estado toda la vida en mi boca y lloré, lloré tanto que pensé que nunca más volvería a hablar. Entonces, él me retiró suavemente el pelo de la cara y me confesó que siempre lo había sabido. Sara se lo había contado todo, y el miedo a verme sufrir en silencio fue más fuerte que su miedo a perder el corazón. Por eso, no por ninguna casualidad divina, estuvo aquel sábado a aquella hora en la esquina por la que yo pasaba a diario. Nos lo debíamos. Se lo debía. Me lo debía. Y fue así, como pasé los últimos meses de mi vida como la persona más feliz que jamás haya existido. Ahora, desde el cielo, todo se ve distinto. Aquí ha desaparecido el dolor pero, a veces, cambiaría una vida entera de ese dolor humano por un segundo de aquellos divinos que compartí con él los últimos días de mi vida en la Tierra.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Poema inédito a la amistad.



De aquel día 
Que sonó el timbre
Y era tu sonrisa 
Sacando a los soles
mi desesperación.










Un adelanto del "poema inédito a la amistad" que aparecerá en el libro, no podía ser de otra manera.

sábado, 14 de febrero de 2015



Adoro estar a solas,


pero lo que realmente adoro
es estar a solas contigo.



Cuando no sepas qué hacer vente conmigo, pero luego no digas que no sabes lo que haces.


-A. González-

jueves, 12 de febrero de 2015

El día en que nunca dejé de amarte.



Hay Jueves que son eternos y terminan en tu boca. Hay Jueves tan fugaces que si te he visto, no me acuerdo. Jueves, que empiezan en tu espalda y acaban con tu pecho como almohada. Hay Jueves que no vives, hay Jueves que no existo. Hay Jueves que ni si quiera deberían ser Jueves porque están demasiado cerca del Viernes pero muy lejos de tu cama. Hay Jueves en que te amo demasiado y Jueves en que me gustaría no hacerlo. Pero hoy, amor, no sé si quiera qué día es hoy, pero sea Jueves o no, será el día en que nunca dejé de amarte.

lunes, 9 de febrero de 2015

Ernesto.


Eres la vida que a veces me falta.

No corras tanto si es a ti mismo al que estás buscando.

Tú. Sí, ¡eh! ¡Tú! 

"No corras tanto
si es a ti mismo al que estás buscando". 

Tú, que corres por los pasillos de una vida vacía. Tú, que corres entre multitudes. Tú, que perdiste al amor de tu vida en la parada de tren anterior porque no tenías tiempo para bajarte y pedirle los números que te llevarían a su boca. Tú, que te quedaste las siguientes paradas pensando que nunca la volverías a encontrar sin acabar de entender el significado de la palabra parada y su utilidad. Tú, que tuviste la oportunidad al día siguiente porque esta vida (que es muy puta, pero no muy zorra) se dignó a regalarte otro momento y, porque ella (bendita ella), la chica que miraba por el cristal tuvo el coraje de esperar a que pasara de nuevo tu tren. Tú, maldita sea. Despierta y baja del escalón que te tiene enjaulado. Para y disfruta. No lo hagas por ti, hazlo por mí que ya no tendré la oportunidad. Hazlo por mí, que nunca me esperaron, hazlo por mí, que siempre seguí tus pasos. ¿Qué quién soy yo? Pues bien, yo soy tus piernas cuando ya no puedan más, cuando la debilidad te alcance. Yo soy tú, cuando sientas que "ya no sirves". Soy tú, cuando ni alcanzar un vaso de agua puedas. Soy tú, cuando la vida te venza. Soy tú, cuando ese tú que es tan tú, ya no exista. Qué habrá sido de aquella chica, pensarás. Pagarías millones por simplemente coexistir a su lado, pero ya no está. Yo soy tú, cuando su tren ya partió, cuando no te esperó, cuando todo acabó y tú, cuando no te quede nada porque nunca paraste a recogerlo. 
Ahora que aún estás a tiempo, recuerda que la victoria se encuentra en cada parada. No dudes en bajarte del tren de vez en cuando, a diario. Siempre que tengas la oportunidad. Llegará un día que esa oportunidad no exista, pero ahora sí, ahora la tienes en tus manos. Coge este momento y hazlo tuyo. Ama, comete errores, trabaja por el puro placer de que puedes hacerlo, vive por la sencilla razón de que estás vivo. Y respira, respira profundamente, tú que puedes. Si lo haces, prometo intentarlo contigo.


jueves, 5 de febrero de 2015




Soy de cristal.
Pero no tengas miedo
A romperme.
Mis vértices no te cortarán
Tus frágiles dedos de piel.

Alma libre




Siempre creí ser un alma libre
Pero cada vez que me roza su cuerpo
Soy completamente suya.

martes, 3 de febrero de 2015

Veneno



Ella es de esas mujeres que son veneno
y antídoto a la vez.
Al que quiere curar, 
cura.
Y al que quiere matar,
mata.

-Jorge Franco-



Fotografía : Abeja en los labios de Irving Penn

lunes, 2 de febrero de 2015

Mientras haya vida, hay esperanza.


Está claro que solo somos una raza avanzada de primates, en un planeta menor que gira alrededor de una estrella normal y corriente en el extra radio de una entre cien mil millones de Galaxias. Pero desde los principios de la civilización la gente siempre ha ansiado entender el orden subyacente del mundo. Las condiciones en los limites del universo tienen que ser muy especiales y,  qué puede ser más especial que el hecho de que no haya límites, como tampoco debería haberlos para el esfuerzo humano. Todos somos diferentes. Por muy dura que nos parezca la vida siempre hay algo que podemos hacer y en lo que triunfar. Mientras haya vida hay esperanza.


-Stephen Hawking. La Teoría del Todo-





domingo, 1 de febrero de 2015

Si quieres




Si quieres facturo el invierno 
y te saco de un golpe febrero de aquí.
Si quieres repito contigo 
esas noches que no se podrán repetir.

Si quieres te pinto en el aire 
un abrazo gigante y detengo al avión.
Si quieres le cambio de horario al destino 
matando de un beso al reloj.

-Marwan-