miércoles, 25 de junio de 2014

Juventud divino tesoro





Me encantan las noches de verano

que parecen puros inviernos
porque te acurrucas en mi espalda
como si hoy nunca fuera a acabar.
Como si mañana nunca tuvieras que marchar.
Como si mis vértebras siempre te pudieran sujetar.
Me encantan las noches de verano

porque te veo correr tras mi falda
y bailamos un tango en el salón 

al ritmo de nuestros cuerpos.
Me encantan las noches de verano

porque me atrapas en tu pecho
y no me sueltas y consigo escaparme
y corremos y reímos sin parar.
Me encantan las noches de verano

que salimos a cenar y yo
te agarro muy despacio y te susurro al oído
que entre mi piel y el vestido
no hay más que el aire y veo
como se te encienden los ojos
y acabamos en los baños de cualquier bar
que nos acoge sólo por otra copa más.
Me encantan las noches de verano


y el tequila
helado en tu boca,
la sal en tu ombligo
y el limón en la mirada.

Me encantan las noches de verano

en que eres libre
porque sabes que existe un final.

lunes, 23 de junio de 2014

La vida eterna y fugaz


Tus dedos en el fin

de la curvatura de mi espalda.
Donde comienza tu manía,
mi esquizofrenia,
nuestro castigo.

A la altura de tus fantasías
y el enigma
de tu conciencia.

Secreto que rompes
cada vez que me rozas 
con tu excentricidad
y un aullido quiebra
el cielo.

Gloria,  edén.
Paraíso secular 
que transformas en acción
y convierte la realidad 
en un apacible lugar 
donde permanecer

la vida eterna y fugaz 
que me alberga 


entre tus piernas.



Lo difícil no era olvidarte




Lo difícil no era olvidarte.

Lo peor era desatar las cuerdas
de la cama.
Lo peor,
deshacer cada maldito nudo
del corazón.
Lo peor,
borrar de mi memoria
tu pecho como almohada.
Lo peor,
no sentir tus manos
arrancándome la espalda.
Lo peor,
no tener miradas
que hurtasen momentos
en la calle de al lado
donde terminan los sueños.
Ni vecinos sordos
Ni promesas eternas.


miércoles, 18 de junio de 2014

Jamás se regresa



No te enamores de una mujer que lee, de una mujer que siente demasiado, de una mujer que escribe...

No te enamores de una mujer culta, maga, delirante, loca. No te enamores de una mujer que piensa, que sabe lo que sabe y además sabe volar; una mujer segura de sí misma.

No te enamores de una mujer que se ríe o llora haciendo el amor, que sabe convertir en espíritu su carne; y mucho menos de una que ame la poesía (esas son las más peligrosas), o que se quede media hora contemplando una pintura y no sepa vivir sin la música.

No te enamores de una mujer a la que le interese la política y que sea rebelde y vertigue un inmenso horror por las injusticias. Una a la que no le guste para nada ver televisión.

Ni de una mujer que es bella sin importar las características de su cara y de su cuerpo. No te enamores de una mujer intensa, lúdica, lúcida e irreverente.

No quieras enamorarte de una mujer así. Porque cuando te enamoras de una mujer como esa, se quede ella contigo o no, te ame ella o no, de ella, de una mujer así, jamás se regresa.


-Martha Rivera Garrido-



lunes, 16 de junio de 2014

De huracanes y tormenta




El huracán Cleo, me decía siempre Darío.
¿Por qué Cleo? Preguntaba yo entre risas.
Pues de Cleopatra, la estratega por excelencia, me repetía una y otra vez cuando yo preguntaba. Estaba enamorada de los hoyuelos que se le marcaban a ambos lados al mirarme. Me hubiera quedado a vivir en ellos con sólo querer tocarme, pero no era posible. Yo siempre he vivido en una huída constante. Entonces, me preguntó:

-¿Qué siente el huracán, siente algo Cleo? Dime la verdad.
- ¿Que si siente algo? ¿Qué quieres decir?. Dije yo.
- El huracán va de un lado a otro sin un objetivo fijo pero arrasando todo a su paso, dejando sólo desolación cuando desaparece, dejando grandes huellas, dejando vidas a medias. Y yo me pregunto si acaso al huracán le importa, o está tan ocupado en llegar a ninguna parte que no se para ni un momento a pensar en los pobres habitantes del pequeño pueblo del Norte de Alaska donde habita el pequeño Timmy.

Me quedé perdida en sus palabras, congelada, inerte.

- ¿Sabes Dari? Le dije. El huracán está hecho de tormentas, va sin rumbo, arrollando todo lo que encuentra, pero de cada sitio por el que pasa se lleva algo, siempre se quedan cosas en su interior, que permanecerán eternamente dando vueltas en su borrasca. Sin embargo para los nefelibatas de los pueblos por donde pasa es un huracán más, aquello que pasó una vez, que nos destrozó o nos llenó de vida, pero ya está:  no hay más. Una vez pasado, los habitantes vuelven a su rutina, a su normalidad, como si nada hubiera pasado, reconstruyen los desperfectos y de vez en cuando nombran aquello que pasó un día, pero es un vago recuerdo en unas mentes automatizadas. El huracán sin embargo, se quedará eternamente dando vueltas con su seno lleno de recuerdos que jamás olvidará, con la agonía de nunca llegar a ser tormenta y atracar en un sitio para siempre. La agonía de no poder olvidarte Dari. Pero yo siempre estaré ahí para ti, ¿lo sabes, verdad?

- Me cuesta creerlo Cleo, pero te llevaste una gran parte de mí, debes saberlo.
- Lo sé.

Le besé en los labios con la inocencia de un hermano y el sabor de un amante y me fui, me fui para siempre de nuevo, pero él ya lo sabía, él siempre lo supo desde el primer momento en que le conocí.


domingo, 15 de junio de 2014

Domingos en tu almohada

Yo sólo ansiaba ser ninfómana los domingos
 en tu almohada.
Y tú los sábados siempre pediste 

paseos bajo la luna
en plena madrugada.


Estudiantes en celo


Por aquellos entonces, Shira y yo no éramos más que dos estudiantes en celo.
Ella era la razón y yo el corazón.
Juntas destruíamos amantes.
Era nuestro hobbie:

                      Elige el corazón y fusila la razón.

Era fácil.
El indomable latido del corazón marcaba un ritmo acelerado al que la razón le imponía paciencia, consciencia.
Ese linde que no existe entre mis piernas y tu compasión.
Shira era estudiante de arte,
yo asistía a la facultad de literatura
pero las facturas me impedían cursar ningún tipo de estudios,
así que comenzamos a vender nuestro cuerpo a la ciencia.
A cambio de veinte pesos cubanos posábamos durante horas delante de una sala llena de gente hastiada y muda que observaba hasta el último detalle de nuestra imperfección y lo inmortalizaba para siempre. Nunca quise ninguno de los dibujos de aquellos estudiantes, me resultaba insultante descubrirme ante los ojos de alguien que no me amaba. ¿Cómo podía alguien que nunca me había tocado atreverse a pintar mi piel? ¿Cómo podía alguien que nunca me había deseado atreverse a mostrar al mundo mi mirada a través de sus manos?
Fue entonces cuando conocí a Eduardo.

Eduardo era un chico italiano que no podía dejar de sonreír cada vez que mi figura tocaba su cuaderno en las infames manos de su pluma de principiante. Reía y reía sin cesar. Entonces, en medio de la clase de Dibujo del Natural I como lo llamaban ellos, o clase de coñitos al aíre como aclarábamos nosotras, me levanté y me fui.
Fue entonces cuando conocí a Eduardo.
Eduardo me siguió durante el pasillo estrecho que separaba la clase del lúgubre gimnasio que decoraba la escena final como una fotografía de Boudouir. Cuando yo ya no podía avanzar más, entré en los descuidados baños del infernal pabellón. En ese momento sentí que no estaba sola, comencé a temblar. Alguien me colocó contra la pared y sentí su aliento en mi espalda que aún seguía desnuda. Un olor. Eduardo. Eduardo siempre olía igual. Una colonia italiana. Nunca supe el nombre del perfume, como nunca sabré el de Eduardo. Puro veneno. Me ató unas cuerdas a las manos y me dijo con un susurro casi inaudible: Esto es un nudo mariposa, ¿quieres que siga? Nunca podré pintarte si no te puedo desear. Nunca podré desearte si no me puedes odiar.- . Fóllame, dije.

Y así fue como conocí a Eduardo y obtuve el retrato que tengo colgado en la sala de estar. Nunca llegó a pintar mi cuerpo, pero me quería desnuda, siempre desnuda y mientras pintaba me acariciaba el pelo para provocarme el orgasmo que trazó para siempre
en mi memoria.








viernes, 13 de junio de 2014

ángeles



Lo malo es echarte de menos .. los labios que nunca mordemos,
lo bueno es saber que en tu ropa interior hay bolsas de caramelos.

Lo triste es que vivo en un túnel si no me sujeto a tu ropa,
lo alegre es tu lengua al buscarme que en vez de saliva me trae amapolas.

Lo raro es que al irse tu pelo ya no cicatriza la almohada,
normal es que cuando me miras la vida me da seis vueltas de campana.

Lo feo es la piel protestando pidiéndote todas las noches,
lo bello es tu pecho de niña y el vaho abrazado al cristal de tu coche.

Lo fácil sería desquererse, pero ¿quién rebobina este cuento?,
difícil mirarte a la cara mientras doy pedales contra tu recuerdo.

Tú eres un beso sin rumbo y yo un corazón sin respuesta,
los dos nos quedamos sin pulso al rompernos la boca con tanta obediencia.

Y es que somos ..
dos ángeles con sexo, el tiempo que ahora pierdo
haciendo estas canciones es el tiempo que te debo.
Dos ángeles con sexo, dos miedos paralelos ..
mi boca esta clavada en el madero de tu cuello.

Lo malo es que siempre te he dado mucho más de lo que tenía,
lo bueno es que dándote todo supe que te di lo que te merecías.

Lo triste es que no hay provisiones si estoy lejos de tus caderas,
lo alegre es tocarte el culo en un bar sin que el resto se haya dado cuenta.

Lo raro es que a estas alturas ya quiero follarte hasta el alma,
normal es querer conocer el millón de secretos que hay en tu espalda.

Lo feo es no ser insolentes como fueron Adán y Eva,
lo bello es que anoche aprendí que el kilómetro cero está entre tus piernas.

Lo fácil un charco de babas cada vez que viene tu risa,
difícil será olvidar el nombre de los bares donde tú respiras.



-Marwan-

qué agonía


jueves, 12 de junio de 2014

miércoles, 11 de junio de 2014

No queda tiempo



Me gustaría subir a tu azotea
pero estoy desnuda
y tú estás solo.

Y ya no queda tiempo

para amarnos.

Un verano

Lleva mi perro un verano
en la ventana
tomando el Sol.

Un verano entero
y Junio
no ha hecho más que empezar.

Lleva un verano entero
y yo
no me lo puedo explicar.


Dice que te espera.

Se lo prometiste.
Y él,
tiene que esperar.


¿Por qué le creíste
perro tonto?
Pregunto yo.


-Me miró a los ojos,
donde la verdad
se esconde.
Yo, le tengo que esperar-.
Repite y repite sin cesar.


Me voy cada mañana y él te espera
              y espera
                                               y espera
                                                                                     y espera
                                                                                                                     y espera.




Mi perro siempre
encarnó
lo que mi cabeza
a mi corazón
nunca dejó contar.

martes, 10 de junio de 2014

Un invierno sin Sol



Yo amé, con perdón.


Amé por encima de todas las cosas, que es,
permítanme que les diga,
de la única forma en que se puede amar.


Yo viví
en un cálido regazo del amor,
protegido bajo su techo,
comiendo de su misma mano,
aprendiendo el fuego hasta verlo arder,
hasta quemarnos.
Compartí su sudor
y ascendí en su alegría de peldaño en peldaño.
Es decir: de dos en dos.


¿Sabéis qué?
Yo tampoco creía en la magia hasta que la vi.
A ella.
Irradiándola, desprendiéndola,
descontrolando el tiempo
y cargándose con un gesto cualquier rutina impuesta,
criando una primavera en cada estación.


Solo querría decirles eso.
Decirles: yo tuve un reino y lo llamé hogar.
Y fue tan inmenso como el más pequeño de los detalles.
Una puta barbaridad.
Así debía de ser mi cuento.


Sin embargo, escribo desde el dolor aquel
en que solíamos gritar que todo acaba mal
porque si no, no acabaría.


Así fue
que todo se llenó de distancia
y de sangre,
todo se ensució de grietas y pudriéndo-
se pasó como una enfermedad
por delante nuestro,
un olvido por encima de nosotros
paseándose
jodiéndonos,
diciéndonos adiós,
a dios reclamadle.


Estas son mis ruinas y esta es mi voz.
Un paseo con vistas a los escombros.
Si veis al amor por ahí, solo decidle que lo siento.
Que el frío se ha hecho ciudad
y yo, solo, he aprendido a quemarme.
Que la poesía pague los destrozos
y su recuerdo sea mi única migaja de calor.
Esta es la historia de un derrumbamiento.
El infierno hecho paisaje.
Mi baile nupcial sobre el lodo.
Un invierno sin sol.



-ESCANDAR ALGEET-


lunes, 9 de junio de 2014

Señorita Rock and Roll

Bailar con esa chica es peligroso,
exige ser un gran funambulista,
sus piernas dan a un túnel prodigioso
y es fácil derrapar en su autopista.

Intento ser su héroe o el mafioso
que besa en la pantalla a una corista,
fingir ante su ruido silencioso,
callar cuando la muerte pase lista.

No acepta ni un te quiero ni un consejo, 
su boca sólo pide dinamita,
su cuerpo tu esperanza y tu pellejo.

Lo malo es que mi miedo a ella le excita,
es puro rock'n'roll y ante el espejo
prefiere que le llamen señorita.



-Luis Ramiro-





viernes, 6 de junio de 2014

mi estrella Polar.





Esté donde esté
siempre serás mi estrella Polar,
la que me ayuda a encontrar el Norte.

Poesía infiel

Préstame tus manos
que las mías se han cansado. 
Préstame tus días 
que los míos son robados.
Préstame tu vida 
que la mía se ha gastado.
Préstame tu risa
que la mía ya no es mía.
Préstame tus horas 
que las mías se han parado.
Préstame tu locura
que la mía ha confesado.
Préstame un suspiro
que los míos han llorado.
Préstame un verso
que los míos te han amado.
Préstame una poesía
que ésta me ha delatado.



martes, 3 de junio de 2014



Las ojeras de oso
y los pelos de rata
de los días de desamor,
no hay quien los arregle.

Sin embargo, la sonrisa.
La sonrisa la pinto yo
cuando tú quieras.



lunes, 2 de junio de 2014

Morir no suena tan mal.



Me encanta la facilidad con la que nos prometemos eternidades
que no compartiremos pero sí veremos juntos,
mano a mano,
codo con codo
y puede que (si me dejases) ombligo contra ombligo.

Creo que moriré de viejo
solo porque siempre quise morir joven y el karma me debe unas cuantas.
Moriré viejo y solo
pero ya le voy viendo sus puntos fuertes,
tu bailarás salsa con las demás abuelitas,
yo babearé un poco más que el primer día que te vi bailar
pero ahora con algunas arrugas de más y algún sentimiento de menos
y seguramente me pondré celoso del viejo verde de mi derecha que me dirá:
'Que buena está la de salsa, ¿Eh?'
Y con una mezcla de pena,
alegría y asintiendo
pensaré como decirle que te conozco mejor que nadie,
que a mi no me venga con esas,
que el no te ha visto despertar en su cama
y el no ha podido desear que duermas para siempre
solo para poder observarte una eternidad más.
'No me jodas viejo,
llevo aquí más años que tú y nunca sabrás lo que yo sé.
Nunca podrás tenerla en tus brazos,
acurrucada y con una mano en tu tatuaje,
sonriendo por cualquier cosa,
pero dejándome pensar que es por ti.
Y que con eso baste para que te sobre el mundo.'

Seremos viejecitos en el mismo parque
y yo seguiré con la broma de '¿Ya?' cuando digas 'Me voy'
'Si aun ni he empezado.'
Y puede que le tapes los oídos a tu pequeño para que no oiga mis burradas
y de paso restarle importancia a ese rosado de tus mejillas arrugadas
'Nunca cambiarás.'
Y sonreiré con una de esas sonrisas tristes de cientos de años queriendo lo mismo:
'¿Como voy a cambiar? Sigues existiendo.'

-Pablo Benavente-

Vértigo



Llevas los ojos pintados de rayos de noche,
suave carita angelical desconsolada,
y un paracaídas raído en los labios.

La noche sigue rayándote la pintura de los ojos,
y tu sombra es más larga que el silencio.
Tus palabras son funambulistas ebrios,
y me cuentas que ya no sabes si debes contar o descontar los días,
o contar de dos en dos, o quitarle los domingos al calendario,
o arrancar el segundero de todos los relojes.

Yo te digo que los días son de barro,
y se moldean con las manos,
y te invito a rayar la pintura de la noche,
con las llaves de tus ojos.

Pero mis palabras...
son trapecistas sordos en el circo fantasma de las utopías
de este maestro de ceremonias desahuciado y cretino,
que solo buscaba un poco de cariño.

Y el barro de los días se va solidificando 
por haber querido moldearlo con palabras,
y ya no queda vida, 
y nos alejamos del abismo de los bares 
mientras un rayo de luz,
le pinta los ojos a la noche.

Y nos alejamos el uno del otro aunque caminemos en la misma dirección,
como dos malabaristas mancos que quisieron impresionar al tiempo, y éste se les vino encima.

Y nos alejamos el uno del otro, para no tener razones para dejar de ser suicidas,
por el vértigo que supone alejarse del abismo.



-Suso Sudón-

Si tú quisieras



Me gustaría quererte.

Si tú quisieras...




domingo, 1 de junio de 2014

Somos instantes



Lo más curioso del reloj de la iglesia de Santiago, es que no tiene dial, ni manillas, ni si quiera un pantalla digital. Puedes saber casi siempre la hora que es porque marca continuamente el tiempo. A las cuatro, a las cuatro y dos, a las y cuarto y a las menos cuarto, también los hace a y media y a en punto. Pero nunca puedes saber exactamente la hora que es, si no es cuando él quiere. Puedes orientarte por la caída del Sol, por la posición de las cigüeñas al atardecer o por alguien que pasa por al lado y mira su reloj, pero nunca podrás saberlo con exactitud si se trata de él. Nunca podrás saber a qué hora quiere que llegues o que alces tu mirada. Sabrás cuando amanece y cuando anochece, sabrás las horas en punto, las y cuarto, las menos cuarto. Pero sólo si él quiere. Corre de tu cuenta dejar que sea el reloj quien maneje tu vida o ponerle unas manillas. Yo he aprovechado los rayitos de Sol que entran por mi ventana y he dibujado una sonrisa con una nariz que va dando vueltas al ritmo de Lorenzo.

Ahora mi tiempo depende del Sol,sí, pero al menos, no depende de ese maldito reloj.