lunes, 16 de diciembre de 2013

Una buena relación

Ya que no he ido a clase por pereza y por frío y por estupideces varias, me siento a escribir un post. Pero no porque la musa invada mis sentidos o porque no pueda evitarlo, como hoy no podía evitar ir a la nevera a llenar el vacío de la soledad. Tampoco ha servido de mucho, sólo había unos huevos caducados y una gelatina de fresa. Bendita gelatina de fresa... Y entonces, me he sentado delante del ordenador a visitar lo que podría llamar mi segunda casa porque vivo allí gran parte del tiempo, y la gente me visita muy a menudo, lo suelen llamar Facebook. Me he sentado y he leído:


(Así, con publicidad y todo)

Y he pensado, ¡joder! ¡qué gran verdad! ¿no? 
Y luego he pensado... ¿alguien realmente hace eso? ¿hacemos eso? ¿o simplemente ocultamos el pasado, nos empeñamos a vivir un presente que inventamos y vivimos sin pensar en el futuro? Creo que sí, que es más bien lo segundo. Y entonces me he sentado a observar las imágenes que han comenzado a reproducirse en mi cabeza, miles de flashes han cruzado sin cesar. Miradas perdidas, miradas llenas, miradas vacías. Aeropuertos. Estaciones de autobuses, estaciones de tren, hoteles, hostales, albergues, bancos del parque. He visto a millones de personas a lo largo de mi vida, y conocido a miles... ¿alguna aceptaba el pasado de aquél que tenía al lado? ¿alguna lo apoyaba en el presente? ¿y en el futuro? Nos ha dado por ir de súper modernos y explotar aquello del Carpe Diem y de que los tíos son unos capullos y las tías unas zorras (yo la primera, apoyo cien por cien a las zorras, que conste), pero lo que quiero decir, es que nos ha dado por ocultar todo nuestro pasado, nos ha dado por vivir en un presente que no existe y nos ha dado por pensar que el futuro es incierto, así que, ¿qué más da? ¿para qué me voy a comprometer si mañana quién sabrá? ¿para qué mierda quiero apoyarte en tu trabajo si puede que mañana no esté contigo? 


Soy de las que piensan que antes las cosas eran distintas. Sí, lo eran. Sobre todo en el terreno del amor. Hemos avanzado en muchas cosas, sí, pero en otras... nuestros ancestros nos llevaban mucha ventaja. Ahora vamos a diestro y siniestro rompiendo corazones hasta que encontramos uno a nuestra medida, y para cuando lo encontramos, está tan roto que tardamos un siglo en recomponer sus pedazos, y como no está bien visto el esfuerzo en el terreno sentimental, la mayoría se cansa antes de recomponerlo y lo deja por ahí vagando solitario sin rumbo en busca de su mitad, que dejó de ser perfecta en el momento que lo abandonó a su suerte, y no, no es que sea su culpa, es culpa de esta maldita sociedad. 
Y luego están los otros, esos que se creen / nos creemos que hemos encontrado nuestra "media naranja" a cada persona compatible con la que tropezamos, y nos empeñamos en curarle las heridas, echarle betadine a diario, soplarlas, lamerlas y hasta hacernos un corte para empatizar y cuando nos queremos dar cuenta, estamos llenos de lesiones sinsentido y la otra persona se va, airosa y limpia, porque su sitio no era a nuestro lado... eso sí... ¡ha quedao que ni pintao! oiga!

En fin.... a lo que iba, ¿realmente nos esforzamos por encontrar a esa persona que acepte nuestro pasado, viva en nuestro presente y nos empuje hacia nuestro futuro? ¿O nos conformamos con un asiento en primera fila de cualquier comedia romántica de tres al cuarto que se cruce por nuestro camino?

viernes, 13 de diciembre de 2013

Hay que amar a los locos.





Ríen con el descaro del abismo.
GONZALO ROJAS.


Hay que amar a los locos.
Son alegres o tristes, jamás termino medio.
Tienen cosas de niños furibundos.
Se inventan a sí mismos cada instante.
Muchos saben que existen por que sienten
sus sombras persiguiéndoles los pasos,
o una mujer los mira horrorizada
cambiándose de acera,
o se ven, de improviso, reflejados
en un escaparate y se sonríen.

Hay que amar a los locos. Hay que amarlos.

Tienen sólo una vida (como todos)
pero saben vivirla como nadie.
No temen a la muerte,
no temen al temor, se enamoran de golpe:
de una niña que pasa, de un poema
de Wislawa Szymborska,
de unas flores de plástico en un vaso,
de un castillo de arena
deshecho por la lengua del océano.



Hay que amar a los locos
de la misma manera que ellos aman la vida
(tal vez sin percatarse). y nos enseñan
a amarla, y nos enseñan
que su estremecimiento es contagioso,
su asombro ante lo ajeno, su emoción exultante,
su deserción al odio y la envidia.

Hay que amar a los locos. Hay que amarlos.
Para que no se mustien recomponiendo cifras,
coleccionando nubes,
vigilando sus manos entreabiertas, alzadas
detrás de una banda de palomas.

Así comprenderemos 
que hay un pequeño loco con sonrisa 
dentro de cada uno de nosotros
mientras nos observamos, circunspectos,
o lanzamos preguntas a las sombras
(¿por qué? ¿cómo? ¿cuál? ¿cuándo? 
¿dónde? ¿quiénes?),
o hablamos con palabras tan bellas como estas.


(Jose Manuel Díez)

martes, 10 de diciembre de 2013

Jaime



Cuando realmente me gusta Jaime es cuando no es Jaime. Absurdo, pero cierto.
Me gusta cuando se olvida de todos sus prejuicios y de su lado correcto, cuando se mueve sin miedo a despeinarse, cuando me coge fuerte de la cintura y me lleva hasta el cielo. Ese Jaime que sólo conocí un día y que ya casi no recuerdo, ese Jaime me vuelve realmente loca y es lo que aún me ata a él alguna noche de Sábado intempestiva. Supongo que también es eso lo que le torna devoto de mi inoportunidad, supongo que es esa forma de despeinarle cuando no quiere ni mirar, supongo que es esa forma de no quererle un poco más. Ese lado salvaje, ese alma libre que él cree que nunca puede llegar a ser, (pero sí puedes Jaime, claro que puedes, sólo has de galopar). Supongo que represento todos esos pecados que nunca ha sido capaz de cometer, todas esas cosas que jamás se ha atrevido a hacer, todo esa fuerza que no se ha atrevido a tener y por eso le tengo atado a mi piel cada fin de semana, cada Sábado que se me torna gris la tarde. Pero me gusta, me gusta cuando le tengo abrazado a mi piel aunque yo duerma en la otra punta de la cama por no comprometerme demasiado, me gusta cuando se despide con un beso en los labios, aunque yo no me mueva para responderle, me gusta cuando se sonríe porque instintivamente le doblo la ropa como si fuera a mí a quien le correspondiera hacerlo, me gusta cuando me mira y me ve como un bicho raro, como una especie en extinción, como eso que sabe que nunca podrá tener, pero que de vez en cuando puede saborear. Me gusta cuando me mira como se mira a la onza de chocolate que nunca te puedes comer, cuando me saborea con la paciencia y el clamor con el que saboreamos cada Navidad el maldito turrón de Suchard: sabes que no es algo para tener a diario, porque podrías morir de diabetes u obesidad, pero cuando llega el tiempo, cuando él quiere ceder la ternura de aparecer en tu despensa, te entregas tan plenamente que lo devoras, lo devoras como si ya nunca más se fuese a fabricar, como si mañana fuese a desaparecer. Y en el fondo así es, sabes que mañana ya no estará, y supongo que eso es lo que lo hace aún más especial. Quizá por eso Jaime se comporta tan raro últimamente, quizá sabe que mañana ya no estaré, o quizá sea que no le conozco demasiado bien, quizá Jaime no es Jaime y es otra persona, quizá y sólo quizá...



domingo, 8 de diciembre de 2013

El alma libre.



Un viaje exige un hombre que aún no esté enjaulado, un hombre aún no jodido por el gran Miedo que hace funcionar toda la sociedad. por desgracia, la mayoría de los hombres sobrestiman su mérito y su dignidad como individuos esenciales y libres, y el error de la generación hippie es no confiar en nadie de más de treinta. Treinta no significa nada. la mayoría de los seres humanos quedan capturados y moldeados, por completo, a la edad de siete u ocho años. Muchos de los jóvenes parecen libres pero esto no es más que una cuestión química del organismo y la energía y no algo real del espíritu. He encontrado hombres libres en los sitios más extraños y de todas las edades (conserjes, ladrones de coches, lavacoches, y también algunas mujeres libres, la mayoría enfermeras o camareras).




El alma libre es rara, pero la identificas cuando la ves: 
básicamente porque te sientes a gusto,
muy a gusto, 
cuando estás con ellas o cerca de ellas.



-Charles Bukowski-

lunes, 2 de diciembre de 2013

Cuatrocientosveintisiete



Hace cuatrocientosveintisiete días que no te veo.

Cuatrocientosveintisiete.

Nada más.

Cuatrocientosveintisiete.

Tardo más en decirlo que en volver a verte.

¿Dónde te has metido canalla?

Acabaste siendo un simple nefelibata

en mi cabeza.

¿Dónde te fuiste ? ¿Y por qué?

¿Por qué no vuelves amor?

No es que me faltes,

no es que me acuerde,

pero es que hace frío,

y tú sabías bien cómo calentar el colchón.

Las personas más locas

son las que mejor saben hacerlo.

Imprudente, irreflexivo, excéntrico, demente, insano, enajenado, chiflado, delirante...

Lo que quieras.

Pero vuelve.

Vuelve sólo un día,

vuelve sólo una noche.

A decirme esas cosas al oído

esas que nadie conoce,

vuelve por detrás e invade mi inocencia,

vuelve por delante y embiste mi imprudencia.

Por donde quieras

pero vuelve,

Será un secreto,

de esos que nadie conoce.

Sólo un día,

Sólo una noche,

ya sabes que los secretos son mi parte favorita

aunque te enferme.

No quiero volver a soñarte,

Pero ansío esnifarme tus noches

aún sueño con tu fuerte adicción a mi piel.

¿Por qué no vuelves a empaparte del néctar de mi ombligo?

¿Por qué no vuelves a enredarme

con las extremidades de tu cuerpo de deidad ?

Átame los brazos a la cama de tu ansiedad

para que no vuelva a irme

y cuando esté allí,

no me tengas piedad.

sábado, 30 de noviembre de 2013

Y que no te lo pienses más.



¿Qué esperas de una chica a la que se le olvida comer?
¿Qué esperas de alguien que tiene vacía la nevera y llena de platos la pila?
¿Qué esperas de la chica que se sienta sin prisa a leer en la plaza?
¿Qué narices esperas de mí?

¿Qué esperas cuando te digo que lo siento?
¿Qué esperas cuando no te digo nada
cuando no te llamo
cuando no te miento?

¿Qué esperas cuando no salgo a buscarte
por si te ahuyento?
La última vez después de cien páginas
ni si quiera me dejaron acabar el cuento.

¿Qué esperas cuando escribo que te quiero y espero a que vengas y me preguntes si es a ti?
¿Qué vas a esperar de mi?

¿Que qué espero yo de ti?
Espero que le eches lunares
y vengas a colorearme la tarde.

Espero que seas todo eso que yo no puedo ser.
Espero que no esperes todo aquello que de mi no se puede esperar.
Espero que vengas a buscarme
Y que no te lo pienses más.

A la plenitud le falta un verso



-¿Quién coño se follará a este pedazo de tía y qué cojones hace por aquí tan sola?- 

Esta mañana había decidido salir a buscarte. Iba mirando todas las aceras para encontrar una que se pareciera a aquella que aparecía en la foto en la que estabas con mi mejor amigo. Y ninguna se parecía. Desesperada, buscaba una y luego otra y otra… El problema quizá no eran las aceras, el problema es que salí a buscarte cuando ya era demasiado tarde, siempre lo hago así. Pero preferí salir con los labios color rojo Yves Saint Laurent, mi abrigo de piel sintética y un sombrero de ala ancha. Los labios rojos, eran por si tenía que besarte. El abrigo de piel, por si no te encontraba y el frío hacía con mi corazón una de las suyas. El sombrero…para llegar hasta el cielo. No te encontré y comencé a morderme el labio hasta casi quitarle el color, me desabroché el abrigo y caminé erguida. Enfadada me colé entre calles por las que no suelo aparecer, y de repente, en medio de toda esta distracción, la agonía de no volver a verte y el desastre que estaba causando con mis atuendos, escuché este comentario soez pero  bastante adulador. Miré a mi alrededor por si había alguna chica de metro setenta, de esas que siempre he querido ser, o si había alguna rubia o si acaso paseaba por allí alguien que te mereciera más que yo; pero no, no había absolutamente nadie. Y entonces recé, recé porque estuvieras allí y no te hubiera visto, que estuvieras asomado a un balcón y rieras con fuerza y pensaras lo mismo que aquél, y bajaras a terminar de quitarme el rojo de los labios. Pero no estabas y perdí la sonrisa. Los Sábados ya no son Sábados desde que no te pasas por aquí. Los Sábados, parecen más bien terribles Domingos en los que nunca te pude ver. Incluso los Lunes, han dejado de encantarme porque no estás. Me invento alguna excusa, pero ninguna es lo suficientemente buena como para molestarte, así que lo dejo estar. Y me dicen que corra hacia a ti, pero no puedo, pero no quiero.
¿Sabes? Ha sido una semana fantástica, llena de buenas noticias, amigos y un éxito resplandeciente en todo lo que hago. He sido plenamente feliz muchos días, hasta he escrito algo sobre ello. Pero después de todo, si no hay con quien celebrarlo el Sábado, si no hay con quien abrir una botella de champán, si no hay nadie que te espere cuando subes ese montón de escaleras corriendo y cantando… Si no hay nadie a quien sonreír, no es que sea triste, es que es raro. No es que la felicidad no sea plena, es que me gustaría celebrarlo. Y sí, soy de las que se beben una botella de champán sola y ríe y ríe y ríe… pero al tercer ríe… todo el mundo cierra la botella de champán y se va a dormir. Te engañaría si dijese que después del tercer ríe no quiero un buen polvo que me haga seguir riendo y riendo sin parar, te engañaría si te dijera que no quiero caminar contigo mientras lo celebramos con un helado, te engañaría si te dijera, que no es contigo con quien quiero celebrarlo. Aunque ni si quiera existas, aunque ni si quiera te conozca, aunque tú no seas libre y aunque yo no debiera escribirlo. Aún con todo eso, me gustaría celebrar contigo de la mano y cantar que si no estás tú para celebrar a  la plenitud le falta un verso.



viernes, 29 de noviembre de 2013

Por miedo a los golpes.


Supongo que después de los insultos
venían los golpes.
No me quedé a comprobarlo
aunque tardé en olvidarlo unos meses;

y ahora tengo pavor al compromiso
por miedo a los golpes que no recibí,
y ahora tengo miedo a tenerte
por si su sombra pasara por aquí.

Ayer me ofrecieron un contrato
de trabajo.
Huí,

por miedo a los golpes.

Ayer me cogiste de la mano.
Huí,

por miedo a los golpes.

Entonces me miras,
me miras y sonríes
y secas la lágrima que dibuja una curva en mi mejilla
y prometes no agarrarme de la mano
si te dejo caminar a mi lado.

Y prometes no hacerme daño.
Y no te creo.
Y me quedo a tu lado,
y no es porque haga frío
supongo que es porque te quiero.

Me coges fuerte de repente,
tan de repente que me asusto
y huyo,

por miedo a los golpes.

No corres,
te sientas y esperas a que vuelva
y no vuelvo,

por miedo a los golpes.


Caminas sin rumbo esperando encontrarme
y corro hacia a ti,

ya no tengo miedo a los golpes.

Y me abrazas fuerte
y cierro los ojos
y sólo hay magia.
Y cumples
y no me agarras nunca,
y sólo caminas al lado,
y nos perdemos en un sueño
que nunca ha ocurrido.


O si.

Caminas a mi lado,
y haces que pierda el miedo,
aunque azote el corazón
si pienso en perderte,
yo nunca le tuve miedo a los golpes
de ese condenado indecente.

jueves, 21 de noviembre de 2013

Con la boca



Si yo fuera dios
y tuviese el secreto,
haría
un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:

con la boca).



(Ángel González )

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Así, con acento.



Me aburren las tardes sin tí.

Así, con acento,
porque eres algo insólito
y no soporto la idea de tratarte como algo ordinario.
Así, con acento,
porque eres uno de esos errores que nunca cometo.

He pensado en acentuar siempre la í, cuando se refiera a tí,
porque eres tú quién le da fuerza a mís días,
sabor a mís sentídos.
Porque eres eso que me falta cuando no estás,
porque soy una î cuando no acentúas mís besos.
Porque mi î no es í sin tí.
Porque sín tú saberlo
le das sentído a todos mís acentos.








lunes, 18 de noviembre de 2013

Las tardes de Domingo




Cuando quiero tomar conciencia ya es Domingo por la mañana. Intento huir de un insufrible dolor de cabeza y Jaime se asoma por la puerta de la cocina con una sonrisa de oreja a oreja.
-Mierda, ¿pero qué coño hace este tío aquí?-, pienso. Y antes de poder recordar casi agudizo una arcada con su prepotente forma de hablar: -Aquí tienes nena, para que veas que yo también puedo ser un auténtico romántico, como las gilipolleces esas que escribes-. Gesticulo una mueca y miro el desayuno: Fresas con nata, zumo de naranja y tostada con crema de arándanos. No sé ni de dónde ha salido todo esto. En mi nevera sólo hay un caldo de pollo de hace tres días y salchichas para mi perro, que cuando me veo muy necesitada o perezosa, ataco yo. -¿A este qué coño le pasa?- Pienso, mientras no deja de hablar y sonreír. Creo que me está contando planes para el día de hoy. Y yo con este maldito dolor de cabeza. Pruebo un trago del zumo y salgo disparada al baño. No, ayer no fue una noche ligera, para nada. Me lavo los dientes y la cara y salgo mientras me mira con cara de idiota. -¿A este qué coño le pasa?-.
Aún no he articulado palabra, cuando me agarra de la mano y me dice: Bueno, gordi, ¿qué quieres hacer hoy?- . Gordi, me ha llamado gordi... ¿pero quién se cree que es y por qué hace eso?. Odio terriblemente esa palabra, pero sonrío y me encojo de hombros. -¿Qué te parece si salimos a comer algo y luego nos vamos al cine?-, insiste. ¿Comer? ¿Cine? Yo lo único que quiero es dormir, dormir durante todo el día. - Comer está sobrevalorado, y el cine…  El cine lo quiero, pero sin ti-. Pienso. Esbozo otra sonrisa. Cuando me quiero dar cuenta ya se ha comido todo lo que era mi desayuno. No me importa, yo sólo quiero café. Mientras lo preparo, me agarra de la cintura y me susurra al oído, no puedo ni sé hacer otra cosa que reír. -Este no es Jaime…- me digo a mí misma, pero disfruto. De vez en cuando, no viene mal la compañía. Sin embargo, cuando el intenso aroma a café desaparece y recupero la cordura… Me molesta, Jaime me sobra. Hace frío, lo sé. Y mi madre no deja de repetirme lo bien que me vendría tener a alguien conmigo, pero es que no le quiero a él. Sí quiero una tarde de Domingo, si quiero un cine. Si quiero salir a comer… Claro que sí. Aquí en la azotea de la soledad, hace mucho frío. Pero al final, lo importante no es con quien te vayas a dormir la noche del Sábado o quien amanezca a tu lado la mañana de resaca, no. Lo importante es con quien quieres disfrutar la tarde absurda del Domingo. Y no, no todo el mundo es apto para una tarde de Domingo.
He dejado a Jaime que se quede un rato, al fin y al cabo me ha hecho el desayuno. Jaime no es tonto, no me ha hecho falta mucho para que desapareciera y me dejase en mala compañía, conmigo a solas. Pienso en escribir a Néstor, pero no puedo. Y un recuerdo repentino rellena parte de las lagunas de la noche. Ayer le vi, se acercó a saludarme mientras yo hablaba con María. Como de costumbre, me guiñó un ojo. Noté reventar mi corazón e instintivamente puse la mano en mi pecho. Si no hubiera tanta gente alrededor, los latidos de mi corazón habrían roto los cristales de aquél oscuro lugar. Quise agarrarle, pedirle que nunca más se fuera. Pero me quedé sin habla y sin corazón. Y él… tenía prisa. No sé si volveré a verle, pero siempre llevo puesto el abrigo por si vuelve a llover.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Donde perder el sentido.



Quiero pasar las tardes tontas de Domingo acurrucada en tu pecho, los sábados eternos de resaca, con tu cabeza en mi almohada, quiero que la vida siga sin tener sentido pero sabiendo que tú estás junto a mí. Quiero que roces mi eternidad con tu tacto y que fusiles mi mirada con tu aliento, quiero que me cojas fuerte, tan fuerte que todas las piezas de este corazón roto vuelvan a unirse. Quiero que los días eternos se consuman con tu presencia y que no me quede tiempo, que necesite más porque quiero vivir entre tus brazos. Quiero que sepas que no fue un espejismo y que yo sigo aquí esperando, esperando a que un día decidas darte cuenta de por qué estaba yo aquella mañana en aquel lugar y justo en ese momento, justo a la altura del reloj de arena, que sepas por qué se activaron mis alarmas y por qué estás equivocado. Lo estás, porque es aquí donde tu alma te espera, es este tu sitio, el lugar donde descansar después de un día duro, donde coger fuerzas a media mañana y donde pasar un día absurdo y perder por completo el sentido. Y la razón.

martes, 5 de noviembre de 2013

Lo que sea, menos morir de amor.



Todos los besos que te debo
los estoy transformando en exceso
de café,
chocolate
y golosinas.

Yo que iba a dejar el café,
yo que nunca tomo chocolate,
yo que odio las golosinas.
Son las cinco de la tarde
y estoy tomando
café con regaliz rodeado de azúcar.

Un sorbo de café,

una muerte de azúcar

y todo porque te vuelvo a ver.

Y hoy es nuestro último día, nuestra última vez.
Lo sé,
esto se tiene que acabar y tú también,
Lo sabes.

O acaba o moriré de diabetes,
 de un exceso de azúcar o de mal de estómago.

Lo que sea menos morir de amor,

Lo que sea.

sábado, 2 de noviembre de 2013

Te miro y tiemblo



Yo no le tengo miedo a nada,

 pero todavía no me explico 

por qué tiemblo cada vez que te veo.





-Jaime Sabines-








lunes, 28 de octubre de 2013

Con los cinco sentidos



Siento que estalla el corazón.
Redoblan las campanas y mi alma se rompe.
Sé que no puedo tenerte
y eso hace que mi alma reviente.

Cada vez que desapareces
salgo corriendo,
   y corro
        y corro…

pero no llego a ningún sitio.

Sigo corriendo,

pero vuelvo a aparecer a tu lado.
Vueltas y vueltas sobre el mismo eje.
Sólo quiero que esto se acabe.
Cuando estás lejos
consigo deshacerme de ti, no me cuesta.

O eso creo,

porque cuando estás lejos
revientan los oídos de quien me rodea
de sólo oír hablar de ti.
Porque cuando estás lejos,
mi único consuelo, es tu nombre.

Porque siento tu aliento cada vez que te acercas,
tu olor me empapa,
tu cuerpo me atrapa,
como atrapa la crisálida a la inocente mariposa.

Y yo sólo quiero ser libre,
libre de ti,
libre de mi,
libre de todo.

Y bien sé que tú no eres libre,
pero hazme libre pues,
o tómame para siempre,
deja que siempre te acompañe
como la tímida sombra que guarda tu espalda,
como el valiente escudo que guarda tu pecho.

Deja que forme parte de ti,
que sea tu anhelo cuando despiertes sin mi presencia.

Deja que sea el olor al que tu cuerpo responde,
deja que sea el tacto que erice tu piel,
deja que sea la vista que enciende tu luz,
deja que sea el gusto que endulce tu paladar,
deja que sea la música que entona tu oído.

Deja que sea todo eso y nada más,
porque al haberte conocido
siento que aún puedo ser mucho más.
10:00 A.M. Café recién hecho en una mano y en la otra NYC Vogue se desplaza por el iPad. La casa huele por todos lados a café, no hay un aroma mejor. Pienso en mi desayuno y me pregunto si habrá alguien en algún lugar del mundo tan adicto como yo a esta mezcla negra, me pregunto si alguien justo en el mismo instante está esperando impaciente a que salga el café de su pequeña cafetera, si lo mira con tanta pasión como lo hago yo... Si algún día alguien me enseñará a hacer un café excelente, como el del café de la esquina de Vía Cavour de Florencia, me pregunto si alguien me llevará de nuevo allí. Y mientras pienso todo esto, suenan las campanas de la Iglesia, haciéndome ver lo tarde que es. Y pienso en ti, ¿es tarde mi amor? ¿O aún estamos a tiempo? 

domingo, 27 de octubre de 2013

Fumo porque no tengo tu boca.



Fumo porque no tengo tu boca.

Lo de beber es una opción alternativa.
¿ O en serio alguien se cree
que por consumir este líquido color caramelo,
tú vas a salir de mi cabeza?




(E.P.Vallejo)

jueves, 24 de octubre de 2013

Sólo otro corazón igual.



¿Quién es tan valiente como para frenar un corazón desbocado?



Ll     ámame,  cobarde, 

porque yo ... no puedo.

miércoles, 23 de octubre de 2013

Nada peor que un animal con miedo



Cae la noche, y con ella las primeras gotas de este día tan gris. Caminamos y se abre una nube a nuestro paso. No me importa, tengo los pies llenos de barro y puede que el agua los limpie. Te miro, te acercas y me rozas sin darte cuenta. Una descarga recorre hasta la última ramificación de mis nervios. Estoy calada hasta los huesos, supongo que será la lluvia. Vuelves a mirarme. Sabes perfectamente lo que está pasando en el fondo de mi ser, y te encanta. Me miras. Sonríes. ¡Joder! Esa puta sonrisa.... Trago saliva e intento contener el crispamiento de mi tentigo, no logro hacerlo. Estoy completamente empapada. Supongo que la nube era muy grande. Seguimos caminando, me adelanto. Clavas tu mirada. Detengo la marcha. Me giro. No era la nube lo que empapaba mi mirada, lo descubres y te acercas sin retirar ni un segundo tus pupilas marrones. Estoy a punto de estallar de placer y aún no me has tocado. Te acercas jodidamente lento, tanto que voy a desfallecer a tus pies. Mantengo el equilibrio hasta que te sitúas a dos centímetros de mí. Esto no puede ser sano. Estallo un gemido incapaz de contener. Desabrochas mi pantalón odiosamente ajustado y metes tu mano hasta el fondo. Ni si quiera te he visto venir. Sonríes al notar la provocación de tu mirada y me penetras sin pudor, tampoco he podido seguir tu movimiento porque el delirio de tus dedos tenía mi mirada perdida en el candor de tus labios. Me subes hasta tu cintura, y de ahí al cielo. A un cielo que  tan si quiera conozco, y una vez allí pierdo por completo el conocimiento y con él, mi control. Sé que me muevo, pero no sé hacia donde. Tienes todo el dominio y, por primera vez, eso me vuelve completamente loca. Sostengo gemidos y gritos de placer prohibidos, lo que me transporta a otro universo al no poder desatar mi locura. Insana locura. Si no paras ya el exceso de clímax me hará llorar de placer. Todo en exceso es malo, pero quiero quedarme en este para siempre, aunque esté a punto de morir, aunque justo en cada golpe me sienta más lejos de la tierra, siento que ya no necesito seguir viviendo... y en el preciso momento en que creo que ya no aguanto más esta excentricidad, siento que te pierdo, rozas el cielo, el cielo y la tierra, todo a la vez, lo noto en lo más recóndito de mi cuerpo. El movimiento se vuelve lento y me resulta más excitante, tanto que vuelvo a perderme en el placer por última vez. Y justo allí, caemos rendidos al suelo, como dos animales que acaban de pelear, llenos de arañazos y totalmente empapados por la intensa lluvia de verano. Te miro, te miro y sonrío. Sonríes, me besas. Me besas y es justo ahí cuando me asusto, me asusta saber todo lo que siento por ti y que ya no puedo guardar. Un río de lágrimas empapa mis mejillas. Te asustas. Te beso en la frente y salgo corriendo, no aguanto allí ni un minuto más. Corro con todas mis fuerzas. Ya lo sabes bien... No hay nada peor que un animal con miedo. Llego hasta el coche, respiro intensamente y camino hasta casa. No quiero volver a verte. No puedo volver a verte, no así de vulnerable, no así de desnuda. Eres un maldito sueño, un sueño erótico, y al probarte te has convertido en una maldita droga, heroína pura para mi organismo. Y yo...yo soy una jodida yonki. Drogadicta de almas tan inauditas como la tuya. Más vale desintoxicarme.

domingo, 20 de octubre de 2013

Lunes de Octubre


Desde que te vuelvo a ver,
los Lunes han pasado a ser mi día favorito de la semana.

sábado, 19 de octubre de 2013

La Primavera de Otoño



Eres como la primavera.
Despierto y eres una ventana llena de Sol.

Me calientas

y tus olores me hacen reír y saltar sin parar, tu temperatura hace que quiera desnudarme sin pudor, sin pensar que aún quedan días de frío por venir, y entonces... justo cuando más primaveral me siento, comienza a llover.

Lluvia a torrenciales, truenos, relámpagos. 

Me gusta la lluvia, pero cuando estás a mi lado,
o cuando la miro desde el cristal.
No me gusta cuando tengo que salir de casa bien arreglada camino de alguna reunión. Calada hasta los huesos, comienzo a llorar, dándome cuenta de que todo había sido un espejismo, y ... Justo en ese momento, cesa de llover, y mi ropa húmeda comienza a calentarse con algunos rayos de Sol.
Y... aparece, aparece el maravilloso arcoiris de tu sonrisa. ¡Joder! Cómo me gusta tu sonrisa. Cómo me gusta el arcoiris... Y me quedo admirando aquella obra de arte y ¡resulta que aparece otro! Un doble arcoiris justo en medio de la lluvia. Y yo calada... Pero tú eres una maravilla. Y no sé qué hacer. El arcoiris desaparece y yo vuelvo a casa empapada, me cambio e intento concienciarme de que quizá aún queden restos del invierno. No puedo pensar que va a ser siempre primavera. La sonrisa se borra de mi cara al percibir este pensamiento, pero salgo a la ventana y observo que las rosas comienzan a florecer y que las cigüeñas picotean en sus nuevos nidos, y que el suelo se seca un poco...
y que huele a sensaciones,

y que el invierno se ha ido...

Sí, el invierno se ha ido, ¿pero crees que llega ya la primavera? Dime que sí.

miércoles, 16 de octubre de 2013

martes, 15 de octubre de 2013

De Laura y Otras Muertes







A Laura le gustaba el café excesivamente cargado. Se quedaba aguardando en la cocina mientras se hacía, con la misma necesidad que se espera un taxi después de una larga fiesta. Luego toda la piel le olía a café y a mí me bastaba con lamerle el cuello para que se me quitara el sueño. Hablaba, hablaba todo el tiempo, a veces tanto, que incluso se le olvidaba algo que decir. De hecho cuando ella se fue, cuando me dejó en el más absoluto de los vacíos lo que yo más echaba de menos era su voz. Ni su boca de fresa, ni su culo de atleta, ni sus manos de nube, tampoco su sonrisa de princesa disney, ni sus tetas de algodón de azúcar, ni su coño de océano. Lo que echaba de menos era su nombre en mi boca, sus gemidos en las esquinas del techo, su cantar en la ducha. Su grito de ira, sus palabras inventadas, su verbo deslizándose bajo mi lengua, sus adjetivos apretándome la garganta, sus absurdos diminutivos endulzando cada poro de mi piel. Nadie jamás me ha llamado como ella, nunca en la vida he vuelto a ser tan yo como lo era entre sus labios.


-Ernesto Pérez Vallejo-

viernes, 11 de octubre de 2013

Las distracciones del amor

Pero cuando él sonríe,
me enamoro yo.





Hay distintos tipos de amor. Los hay altos, bajos, medianos... Los hay que toman café, los hay que siempre tienen prisa. Los hay lentos, románticos, sensibleros y hasta gilipollas. Siempre, y para cada ocasión hay un tipo de amor distinto. Sin embargo, no todos los tipos de amor provocan lo mismo. Hay quien te hace sonreír, quien te obliga a vivir. Hay amores pasionales y amores orgásmicos. Los del cosquilleo en el estómago y los de "con el tonteo se me pasa". En mi primer cuarto de siglo, he disfrutado de muchos tipos de amor, pero ninguno como este: absurdo. Sí, así lo voy a calificar: amor absurdo. Hace que tropiece seguidamente, con suerte siempre antes de encontrarnos y (de momento), nunca durante. Hace que me ría por nada, que titubee con las palabras, que me desconcentre mientras habla... en definitiva, hace que pierda la cabeza, como todos, pero de forma absurda. Me río sin motivo porque a menudo estoy ejecutando cualquier acto sinsentido en intervalos cortos de tiempo, y he de menear varias veces la cabeza para despertar de mi letargo. -¿Estás bien?-, pregunta. Un segundo, dos segundos, tres segundos, un millón y medio de segundos ... -¿Eh? Sí, si. Estoy bien, venga continuamos-, respondo. Absurdo, no hay otra manera de llamarlo. Pero es increíble la forma que tiene de embaucarme, tan increíble, que me enfado. A menudo, si existe una atracción por alguien de mi entorno suele resolverse con dosis intensas de algo salvaje, que hacen que abandone por completo la frustración, lo cual no quiere decir que sea menos amor, pero por lo menos, no es absurdo, tiene algún fin. Este tipo de amor, se intuye que no puede resolverse así, de modo, que mi cabeza pasa el día pensando en lo que haría con la maldita frustración. Y... sí, las marcas de mis rodillas no son de aventuras sin fin encima de una bicicleta a toda velocidad, no, es el segundo día que tropiezo justo antes de ir a verle. Los nervios de mi cuerpo se activan de tal manera, que el resto de funciones quedan totalmente desordenadas, de manera que voy caminando sin más y plás, me caigo... así, sin más, así, sin sentido... Cuando escuchaba hablar de las distracciones del amor, siempre pensaba: - qué cosa tan absurda! - Pues mira por donde...



martes, 8 de octubre de 2013

Cuando tú me ves



“Cuando tú me ves, me devuelves el alma que el mundo me roba.”



Alejandro Jodorowsky




A mí cada vez que alguien me hablaba me entraban ganas de tirarme por la ventana o de escapar en el ascensor. 
La gente, simplemente, no me resultaba interesante.
 Quizá no tenía por qué serlo. 
Pero los animales, los pájaros, incluso los insectos lo eran. 
No podía entenderlo.





— Hollywood, Charles Bukowski.

Básicamente una grosería



No tenerte en mi vida es como pasar una mañana sin café. 
¿Has pasado una mañana sin beber café? 
No lo hagas, es insulso, es amargo. 
Básicamente, es una grosería.


-Memorias de Urabnia-

lunes, 7 de octubre de 2013

El romanticismo contra el amor


Éramos demasiado románticos 
para arriesgarnos a estar juntos,
para arriesgarnos 
a que todo pudiera salir mal.






viernes, 4 de octubre de 2013


Yo, 
con el corazón roto

Y tú, 
lleno de arañazos.

jueves, 3 de octubre de 2013

Wake me up when Octuber ends

Hace poco leí que Setiembre era como una copa aguada, como un gol en el descuento. No eres tú, soy yo... Decía el guardián. Pues bien, para mí, mi fin de un amor de verano, mi saludo efusivo a alguien que no se acuerda de quien soy, el amigo que se olvida de tu cumpleaños o la madre que no se ilusiona al recordarte de niño, para mi todo eso es Octubre. Octubre, ha pasado de ser subrayado en mi calendario como El Mes, inigualable, insuperable, todo el año esperando... El mes en el que yo me hacia más grande, el mes en el que recibía un pedido de caramelos en una caja grande de color blanco, que tenía por todos lados mi apellido, una caja llena de caramelos de la mágica fábrica de caramelos de mis tíos del Sur. Ha pasado de ser el mes en el que todo es posible, al mes en el que siempre alguien falla, el mes en el que a la familia se le olvida y el mes en que "a este sitio acabo de llegar es normal que no se acuerden" después de cada una de mis ocho mudanzas en los últimos siete años. Ha pasado a ser el mes en el que todo es posible, todo, desde que descubra que el amor de mi vida no va a venir, que ya no está nunca más, que aunque no haya tenido el detalle de comentármelo ha decidido irse, hasta ser el mes en que todo falla. Supongo que las expectativas tan crecientes de los últimos 20 años tienen mucho que ver. Pero todo cambia, y cuando todo gira en un sentido tan contrario no puedo evitar decir....

Wake me up when October ends.

Ojalá esto fuera posible 

lunes, 30 de septiembre de 2013

Eterna amiga soledad




Comienzas a entender lo sola que estás cuando no hay nadie en la sala de espera del médico, cuando al llegar a casa en las paredes resuena el eco de tu voz. Comienzas a entender que estás realmente sola cuando comes sin apetito aunque nadie te esté obligando, simplemente por sobrevivir. Comienzas a entender lo sola que estás cuando no hay nadie al otro lado, cuando las lágrimas arañan tu cara y con cerrar la ventana tu secreto sigue a salvo. Comienzas a entender lo sola que estás, cuando nadie llama a tu puerta con un plato de sopa caliente a la espera de verte mejorar. Comienzas a entender lo sola que estás cuando llega un día, ese día... y nadie acude, nadie que no haya sido llamado, a nadie le emociona, a nadie tanto como a ti, comienzas a entender lo sola que estás y lo peor... comienzas a entrever lo sola que vas a estar. Pero la vida sigue, y así los segundos te invaden y consigues serenarte, porque la soledad es silencio y libertad, y amas con profundo egoísmo ambas cosas. Comienzas a serenarte porque siempre hay una mirada que rescatar, siempre hay un resquicio de cariño por recoger, pero la vida pasa, y los momentos duros tambalean... y es entonces cuando realmente te das cuenta de que no hay nadie ahí, nadie que vea tu tristeza oculta tras un pequeño dibujo de una cara de felicidad, una tristeza oculta en una mirada absorta en algo que quizá sea un problema terminal, o quizá no, pero quizá... y mientras tanto, no encuentras nada ahí que quiera hacer de pilar... y si existe alguno, está demasiado ocupado o demasiado hundido en su propia lucha, y entonces, justo entonces comienzas a empaparte de la eterna amiga soledad.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Hay almas que...



Hay almas que uno tiene ganas de asomarse a ellas,
como una ventana llena de Sol.



(Federico García Lorca)

lunes, 23 de septiembre de 2013

Como una herida en el corazón que no me duele

Tengo una espina en el corazón 
que ya no me puedo sacar. 

Sé que está
 porque duele, 
duele sin más.

Le veo y duele. 
Le escucho y duele. 
Leo ... y duele.

Duele 
y ya no lo puedo evitar. 
Pero duele de una forma especial.

No duele como cuando ya no puedes más. 
No duele hasta retorcerse
de tortura.
No duele hasta llorar 
de sufrimiento.

Duele más bien del dolor del que está hecho el placer.
Duele, como duele el orgasmo 
al filo de la pasión.
Duele, como duele el recuerdo de una madre que está lejos.
Duele como cuando intentas esconder
la sonrisa que te provoca su mirada.
Duele como cuando aletean rebeldes las mariposas en mi estómago.
Duele, como ver emerger de la crisálida
sus alas
y no poderlas parar.

Duele y simplemente duele porque no dejo de sonreir al recordar.



jueves, 19 de septiembre de 2013

Amor a primera vista







-¿Crees en el amor a primera vista? - . Me preguntaba hoy Rocío con una maravillosa expectación. Sus pupilas color tierra inundaban el mar del iris tan azul aguamarina que ocupa sin pudor gran parte de sus almendrados ojos, mientras sus negras pestañas rozaban sin esfuerzo el color pálido de sus párpados. Qué increíble es, pensaba mientras la fiesta de colores invadía su mirada.

Que si creo en el amor a primera vista dice...

Sí, si creo. A primera vista, a primer contacto y a primera palabra. Es algo realmente asombroso.
Un día cualquiera, te levantas, coges tu bicicleta de flores, no te preocupas demasiado de lo que llevas o de lo bien depilada que estés, porque llevas meses sin encontrar algo que merezca la pena llevarse a la boca. Y entonces... mientras pones la combinación del candado y atas tu medio de transporte a un pequeño árbol, llega por detrás y ni te das cuenta, pero algo se activa. Se activa y sabes que algo está punto de pasar. Algo, no sabes qué. Entras en el sitio a donde tuvieras que ir, te sientas en la sala de espera, alguien te habla... todo es muy normal. Entonces, entonces sale él, con sus penetrantes ojos marrones y, sin saber por qué, comienzas a temblar. Todas las alertas se activan. Se activan porque somos animales. No es crea en que vaya a venir de repente mi maldito ángel Cupido y vaya a apuñalarme sin piedad y disparar una vez más con su mala puntería. No, esto va mucho más allá. Y es que resulta que inesperadamente, sientes un encajar de una pieza que ni si quiera has intentado montar. Y es justo en ese punto, en el que percibes, que tu prodigiosa mente, ha sido capaz de escoger a aquél que te piensa cambiar la vida. El único que se va a atrever a dar la vuelta a tu mundo, a coger ese caparazón que con mucho esfuerzo te habías quitado, por no asustar a quien estuviera cerca, y lo va a limar hasta convertir en una dura capa de cristal, reversible y fácil de quitar cuando la ocasión lo requiera, pero necesaria, realmente necesaria.

Tú, querido Néstor, me has hecho sentir esto. Como siempre, no es el momento ni el lugar, pero sé que has cambiado mi vida y, lo mejor, es que creo que la tuya yo también la cambié.

Has tenido la paciencia necesaria, la sonrisa justa y la fuerza que a mi a veces me falta. Has sentido que encajas. Pero sobre todo, a pesar de haberme visto desnuda, no has querido devorarme, primero había que comenzar por aprender a vestirse.

Me pregunto si algún día aprendo a vestirme, estarás dispuesto a arrancarme la ropa con tu boca hasta hacerme desfallecer de placer.

Hasta que ese día llegue,
no dudes que estaré esperando.




domingo, 15 de septiembre de 2013

Como cuando descubres que los amigos son los padres






Así de triste.
Como cuando descubres que los amigos son los padres.
O recibes un correo sin posdata.
Así me hallo.
Como cuando se difumina la cicatriz que te recuerda que fuiste niño.
Como observar que en el banco donde nos dimos el primer beso
han puesto una rotonda,
para que gires sin sentido buscando un amor
que se han llevado otros labios.

Así de estúpido.
Como decir te quiero a un número que ya no existe.
O hacer aviones de papel por si vinieras
no descubrieras que ahora tengo miedo a volar.

Pero nunca vuelves.



(Ernesto Pérez Vallejo)

Desde que la amistad se acuesta con mi amante





Querido Néstor,

Sé cuánto odias saber que Daniel ha estado en mi cama. Sé cuánto odias saber que la fragilidad ha hecho acopio de todas mis fuerzas y ha dejado que su tez morena iluminase mi almohada. Pero... querido Néstor... Estoy tan sola. La amistad se ha vuelto extraña y el amor huye cada amanecer por mi ventana. La soledad me ahoga y el silencio aguarda, como una dulce condena a verme una vez más completamente destrozada. Querido Néstor, sé que no soportas ver cómo él es mi único resguardo, sé que no soportas saber que mi único aliento son sus brazos. Pero cuando el día termina, miro sus afilados ojos marrones y se clavan como cuchillos mientras hace aparecer esos hoyuelos que transportan en un delicioso éxtasis a otro mundo mi mirada. Pero cuando el día termina, se tumba junto a mi, ofreciendo su cariño como posada. Pero cuando el día termina, cansada... busco su regazo, impaciente, por sostener mi desconsuelo. Y bien sé, querido Néstor, que cuando el día acaba, debiera yo recuperarme, debiera yo descansar de la vida, y no dejarme vencer por un amor de tortura. Pero querido Néstor, desde que la amistad se acuesta con mi amante y el amor se enaltece con mi gran enemigo El Egoísmo, me siento tan perdida, que no me queda otro remedio que regalar mi corazón.


Esperando algún día lo entiendas.

Siempre tuya, siempre mío. Siempre nuestros,


Patricia.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Néstor.

A veces llega la lluvia 
Para limpiar las heridas 
A veces solo una gota 
Puede vencer la sequía.

(Marc Anthony)



Hoy he conocido a Néstor (bueno, Néstor en realidad es el nombre de mi planta de Aloe Vera, pero este nombre también le pega, así que le llamaremos Néstor). Néstor es guapo, afable... y tiene la costumbre de guiñar un ojo cada vez que dice algo en lo que lleva razón, lo cual suele ser la mayor parte de las veces. Néstor, no es que sea sólo Néstor. Néstor, como un bálsamo de mi planta que lleva su nombre, se ha posado sobre mi herida, y ha hecho que la cicatriz sea algo más tenue. Néstor con su sonrisa y su templada voz, me ha hecho pensar que aún hay tiempo, que aún hay alguien, que no sigo buscándote aunque yo creyera que sí. Néstor me ha hecho desear que haya alguien en mi cama, alguien que no sea Jaime. Jaime es un amigo de la infancia, es el típico chico que lleva toda la vida persiguiendo un beso, y al que he dejado entrar cuando ya pensaba que llevaba demasiado tiempo sin conocer el amor. Jaime, es guapo, claro que lo es, pero Jaime lo sabe y Jaime cree que yo debo estar con él, porque sí, porque no hay más, y eso no me gusta, así que procuro no entregarle demasiado de mí, lo justo, lo necesario, lo que hay cuando la soledad ahoga...
Néstor, siempre sonríe mientras habla. Néstor se preocupa si me escucha algo agitada. Néstor, desconoce mi forma de estar en el mundo, pero cree que la puede comprender. Néstor, inexplicablemente quiere sacar mi temperamento, quiere conocer mi lado salvaje, porque es desde ahí y sólo desde ahí, donde podremos volver a empezar. Néstor oye mi voz ingenua y no cree estar tratando con alguien estúpido, y eso me gusta bastante, lo suficiente, demasiado... Néstor no me quiere proteger, Néstor necesita que yo me proteja. Néstor expresa su opinión sin miedo a  errar, porque Néstor sabe que la honestidad puede hacerte fallar, y sabe que, fallar es la única manera de poder volver a empezar.


Néstor es perfecto, 
pero demasiado caro para la escasez emocional 
que se pasea en estos tiempos por mi corazón.





martes, 3 de septiembre de 2013

El verano del amor


Miro al cielo, el Sol se refleja espléndido sobre la hierba ya seca tras el tedioso verano. El sabor exquisito de esa escena me hace estremecer. Es perfecto. El color sobresale con tanta fuerza que parece salido de una película romántica, de un final feliz. Me enamoro aún más. Es verano... resuena en mi conciencia, como si el paisaje no transmitiera suficiente información. El Sol ha secado las hojas y ha robado su color a la primavera, qué eterna maravilla, su calor desnuda las aceras y torna doradas las pieles, como amapolas recién abiertas, como galletas recién horneadas. Es increíble, como en tan sólo unos meses el paisaje ha cambiado tanto. Inspiro profundamente y me empapo de ese olor tan característico. Olor a verano... Qué magia la de cada estación. Recuerdo cuando llegué por vez primera a este sitio, cuando pisé por primera vez este parque... Todo era distinto, las rosas destapaban vanidosas su figura, las margaritas cantaban al Sol y la lluvia entornaba el cielo para hacer brillar el arcoiris. Era primavera... Oh! Hermosa primavera! Como decía aquél poeta. Primavera, la época del amor, del resurgir, del renacer, la época del vivir. Cuando llegué, aquél prado era verde, tan verde como el fondo del mar... Y me quedaba horas mirándolo, sentada en este mismo banco en el que hoy me encuentro. Todos los días, a la misma hora, para ver caer el Sol. Justo cuando Lorenzo desaparecía, venía Renato, un señor mayor de origen Italiano que decía saber mucho del vivir, y yo le hablaba de lo hermoso de aquél paisaje y de que querría quedarme para siempre allí. Entonces una tarde, Renato, cansado ya de su experiencia, me miró con ojos de ternura y me regaló, según él, un gran consejo para el resto de mi vida: "Querida niña, la primavera, como el amor... se irá al caer el Sol, el prado tornará amarillo y las flores perderán su color. Perderás entonces tu interés por sentarte a ver la puesta de Sol, porque hará calor, las piernas fallarán y el Sol comenzará a ser molesto. Como el amor... lo bello nunca puede durar. Pero querida niña, más tarde llegará el Otoño con su molesto afán por retomar la rutina, con sus días más cortos y sus hojas desparramadas por el suelo... ahí sentirás que ya casi no lo puedes soportar. Y justo en ese momento, llegará el frío y el helado invierno y será ahí cuando sientas que ya no puedes más. Las calles se volverán blancas y el frío helará tus huesos, tus deseos se secarán, y ya no habrá nada que salvar... para cuando llegue de nuevo la primavera, tu ilusión se habrá consumido, si aún quedaba algo después del verano... Querida e inocente niña, no te ilusiones nunca cuando conozcas algo o alguien nuevo, no con tanta pasión, porque siempre, después de la primavera, llegará el verano, después el otoño y por fin el invierno... Y tu pequeño corazoncito no podrá aguantarlo...". Se fue Renato y con él los últimos rayos de Sol de aquél día y yo me quedé sentada en mi pequeño banco llorando por todo aquello que luego vendría. Pero cada día, al sentarme de nuevo en aquél banco, descubría algo mucho mejor, la primavera era mágica en la ciudad, los lirios sonreían y las jaras derrochaban su perfume sin cesar. Pasado el verano, he descubierto que me he vuelto a enamorar... de sus colores dorados, de sus rubias montañas y del calor de sus paisajes. Y sé que llegará el Otoño y entre sus hojas me volverá a seducir, con la caída tenue de las ramas, con el sonido del viento en los cristales y con su anaranjado atardecer. Y llegará el invierno, y con él la Navidad, la nieve, y el calor del hogar, las tardes de Domingo y los abrazos necesarios, y me volveré a enamorar. Y así de nuevo en cada estación, porque de la misma manera que sucede cuando conoces a la persona correcta, cuando estás en el sitio indicado, cada paso, cada cambio, cada estación... sólo podrá dirigirte hacia algo mejor. Y vendrán, presumiendo de sabiduría, a advertirte del seco verano del amor, y vendrán a advertirte del insufrible otoño del amor y del invierno... ya no querrás ni siquiera oír hablar. Pero bien sé, que si es como ha de ser, llegará el verano y te enamorarás, llegara el otoño y caerás rendido, el invierno te atrapará y así para el resto de tu vida.





Dedicada a su primer lector.