domingo, 30 de septiembre de 2012

Florencia.

Lo ha conseguido. Sí señor. Lo ha conseguido. Con su alternada lluvia, a tramos fuerte, a tramos suave...Con el desliz de las gotas de agua por los altos e increíbles techos de madera. Con el sonido peculiar de la lluvia. Con escaleras tan infinitas que parece que vayan a derivar en el cielo. Con sus edificios interminables y con todos y cada uno de sus detalles. Con su sensibilidad. Con sus calles. Hechas con amor, con dulzura, con desasosiego y esfuerzo. Con su peculiaridad. Con su gente pintoresca caminando de arriba para abajo. Sus muebles antiguos. La meticulosidad con la que tratan la piel y el mal encajar de puertas antiguas. Suelos como el de casa, como en Trujillo. Calles estrechas y cerradas. Bicicletas que nunca llegarán a estar en tus manos y vespas. Coches que circulan como si hubiera algún camino marcado para ellos y peatones sin rumbo, ensimismados en obras de personajes tan irrepetibles como Michelangelo o Leonardo... Me ha enamorado. Lo sé. Lo siento. Respirar la lluvia desde mi ventana, ver como cae en el Mercato Centrale y seguir respirando. Sin más. A veces no hace falta más. Como cruel cortejano que llega a destiempo a la conquista de un corazón, Florencia llega a deshora en el camino de la vida, sin embargo, no puedo evitar sonreír cuando piso sus calles empedradas, cual enamorada intenta evitar la mirada del tirano para no caer en sus riendas, por mucho que lo intente evitar, me ha conquistado.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Mírame...

Mírame,
en nada me consigo concentrar
ando despistado todo lo hago mal
soy un desastre y no sé
que está pasando
me gustas a rabiar yo te deseo
me llegas a desesperar
es tan grande lo que siento por ti
que tenerte no bastará
que esto que me invita a vivir,
que me da la ilusión.
que será esa fuerza
que a todos nos une de dos en dos,
será la fuerza del corazón.
Hace que, te abrace
y los cuerpos lleguen a estorbar
tiemblo sólo con la idea de rozar
tus labios llenos de besos nuevos.
no puedo dormir robas mi tranquilidad
alguien ha bordado
tu cuerpo con hilos de mi ansiedad
de cinturón tus piernas cruzadas
de mi espalda un reloj
donde tus dedos son las agujas
que dan fuerza a este motor
que es la fuerza del corazón.
Y es la fuerza que te lleva,
que te empuja y que te llena
que te arrastra y que te acerca a dios.
es un sentimiento casi una obsesión
si la fuerza es del corazón,
es algo que te lía la descarga de energía
que te va quitando la razón
te hace tropezar te crea confusión
seguro que es la fuerza del corazón
es la fuerza que te lleva.
No puedo pensar,
tendría que cuidarme más
como poco pierdo la vida y luego me la das
es lo que va cegando al amante
que va por ahí de señor
y no es mas que un chiquillo travieso
provocador será la fuerza del corazón
Y es la fuerza que te lleva,
que te empuja y que te llena
que te arrastra y que te acerca a dios.
es un sentimiento casi una obsesión
si la fuerza es del corazón
es algo que te lía una descarga de energía
que te va quitando la razón
te hace tropezar te crea confusión
seguro que es la fuerza del corazón
es la fuerza que te lleva ...




(Alejandro Sanz. La fuerza del corazón)
No sé cómo te lo voy a explicar. Se me agotan las ganas. Las ganas de esperar. Cada noche cuando noto un hueco en mi almohada, un hueco en mi alma y pienso con quién estarás se me agotan las ganas de no saciar mi debilidad. Se me agotan las ganas de no saciar mi locura y mi juventud. Se me agotan las ganas de dormir sola, sólo por no saber dónde estarás tú. Se me agotan porque te sueño agarrado a las trenzas de una locura, te sueño en éxtasis en medio de un orgasmo, te sueño y no es conmigo y la distancia cada vez nos aleja más. ¿Y por qué no? Al final... Ni tú ni yo estamos comprometidos. Mi pregunta es a mí misma. ¿Y por qué no? Hace años que mi cama no estaba durante tanto tiempo vacía y mis entrañas me piden que esta noche no duerma sola. Pero no puedo. No puedo entregarme a ti como lo hago, descansar en las alas del amor si tengo que cuidar otra cosa, aunque esa cosa se llame sólo sexo. Aún queda más de un mes. Dos meses sin vernos y mis uñas arañan las paredes. ¿Cómo estás tú querido amigo? ¿De qué sirve todo esto? ¿A dónde nos lleva mi amor? En un par de semanas será sufrimiento. ¿Merece la pena? Dímelo tú chico sin nombre... Necesito saber que merece la pena o no aguantaré y no porque no quiera, no. Si no porque no pueda mi amor, porque no sepa. Porque la incertidumbre provoca miedo y el miedo te autodestruye y soy experta en eso, en la autodestrucción causada por miedo, sólo necesito una razón. Y es absurdo, porque te escucho preguntándome lo que aquél otro chico que anduvo por mi cabeza un tiempo... ¿Pero esperabas fidelidad? ¿La esperaba? ¿La espero? ¿La esperas? Supongo que sigo creyendo en los cuentos de hadas y en los príncipes y en las princesas y en todo.... Sigo creyendo absolutamente en todo.

viernes, 28 de septiembre de 2012

aún más.

"Prefiero tenerte de cualquier manera a no tenerte..."

Eso me dijo. Y eso mismo pienso yo. En toda su magnitud. En todo el esplendor de la frase. Llega el fin de semana y no me preocupa. Prefiero tenerle de cualquier manera a no tenerle. Así de maldito es el amor. Pero me tranquiliza pensar que el siente lo mismo, y que me lo ha dicho. No hemos hablado. No hemos podido. Ni si quiera era necesario, o tan si quiera conocimos un buen momento para hacerlo. No hemos hablado. Parece que todo está sobreentendido o quizá que todo vaya a fluir o quizá esperamos que la vida nos tenga guardado algo grande. Quizá sea así. Las buenas personas merecen cosas buenas. La pureza de corazón se ve de alguna manera recompensada aunque sea en la retórica de sus actos. Lo sé. Lo espero, porque al fin y al cabo... A todos nos gustan los finales felices. A todos nos gusta que salga bien. Lo cierto es que no lo espero fervientemente, por si acaso se tuerce, que no se me rompa del todo el corazón, imagino por como le siento, que él piensa lo mismo. Estoy asustada. Asustada por la distancia. Asustada por tener a alguien a mi lado... Tengo tanto miedo... Miedo a no estar a la altura y miedo a que me rompa el corazón. Tengo miedo a que sea cruel. Miedo a que me castigue a cada paso que doy. No puedo evitar recordarle, a él, a ese llamado gran amor que me quitó todo. Aún me tiembla el paso cuando voy a decirle algo al chico sin nombre, me tiembla al pensar en decirle que voy a salir, que confíe en mí. Casi no puedo respirar, por si nota una vacilación en el tono de mi voz y cree que es mentira. Casi no quiero explicarle, por si cometo algún error y cree que es mentira. Casi no puedo caminar por si me tuerzo... y cree que es mentira. Por si todo mi amor no le basta, por si de repente descubro que es igual que él y necesito salir corriendo. Como quién va recibir un buen golpe, en cualquier situación que se asemeje a una anterior, me tapo la cara y me encojo, me encojo fuerte hasta que pasa, por si levanta la mano, por si levanta la voz. Finalmente el tono de la frase, convierte toda esta metáfora en algo absurdo y por su parte recibo una caricia, aunque lo haya hecho mal y consigo respirar. Y esa distensión me hace amarle más. Aún más, si esto es posible.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué.
Perderse por los bares, donde se bebe sin sed....

martes, 25 de septiembre de 2012

domingo, 23 de septiembre de 2012

He perdido la cabeza para encontrar el corazón...

Miedo.

Tengo miedo. Tengo miedo de tener miedo. Tengo tanto miedo que rompo a llorar encima de una mesa con un color rojo improvisado que hace que las lágrimas se empapen de una manera vulgar y que casi me parece insultante. Caen encima de mi nueva agenda de piel para acabar impregnada en una sucia tela de color rojo que tuve que escoger sin mucho miramiento. Tengo miedo a no olvidarte si estoy presa de tu olvido. Tengo miedo a que me rompas el corazón. Tanto miedo que quiero dejar de escribir, tanto miedo que el regalo que estoy confeccionando deja de tener sentido. Tanto que me equivoco al escribir las palabras y tengo que parar para no empapar el papel con mis lágrimas y tengo miedo que al mostrarte mi corazón sea cuando salgas corriendo, asustado, despavorido. Tengo miedo porque no sé si yo lo hiciera. Tengo tanto miedo que resbalan por mi cuerpo gotas de sudor frío porque no sé nada de ti. Porque no te veo y porque esto no se apaga por mi parte, pero no podré nunca hacerte culpable si por tu parte no resistiera. Miedo porque no siempre hago las cosas bien, miedo porque me siento desnuda y siento que me voy a dejar caer. Puede que caiga en una zona acolchada o puede estar llena de pinchos... Y lo normal, sería salir sangrando de allí y tener que dedicarme a quitar cada espina de este infame corazón, cada una de ellas, una a una... Y me da miedo, porque sé que duele, y tengo la sensación de que esta vez dolerá. Dolerá especialmente... Y ya no sé qué hacer.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Por momentos cierro los ojos y consigo creer que estoy en casa. El agua hirviendo resbala por mi piel en una ducha reconfortante, como hacía tiempo no disfrutaba. La música consigue hacer que el ambiente sea aún más cálido. Me siento bien. Por un momento creo que Dan va a aparecer y va a meter su pequeña cabecita por la cortina mientras se deja empapar suavemente por los restos de agua que salpican de mi piel a la vez que me observa. Abro los ojos y rompo a llorar. No conozco esa cortina que me separa de una mirada indecente a un espejo mal colocado en el baño y Dan no está. No hay nadie conocido. El calor se desvanece por un momento y me pongo realmente triste. Apago la ducha y muy despacio salgo de esa nube blanquecina que se ha formado debido al exceso de calor. Abro la puerta. Necesito aire, respirar. Mientras me peino descubro como pierdo el cabello a mechones. Sólo me había pasado en otra ocasión. En otro cambio. En otro momento. En mi llegada a Madrid.
Me siento en mi nueva mesa de estudio con una luz bastante deficiente y con algo más de ánimo gracias a la maravillosa persona que comparte mi nuevo hogar y me dispongo a seguir confeccionando el maravilloso regalo del que un día fue el chico sin nombre. Al terminar unas cuantas páginas decido revisar su biografía virtual, el corazón me va a estallar y el estómago se me viene arriba. Continúo con mis fotos por saber qué es lo que él ve si un día comienza a echarme de menos. Aparecen fotos. Aparece Dan. Vuelvo a llorar. Ya no lo puedo controlar. No es sencillo echar de menos.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

lunes, 17 de septiembre de 2012

Simplemente enganchados...

Tras una llamada entrecortada por la mala cobertura del local me quedo sentada en silencio, pensándote a gritos. Gritos que devoran mi alma, gritos que me rompen el corazón. Gritos que resuenan las entrañas. Gritos que gritan sin cesar. Te miro cegada por la distancia kilométrica que nos separa y aún así corro a abrazarte aunque no estés. El latido de mi corazón paraliza mi pecho, mis hombros y hasta me entrecorta la respiración. No puedo sentirte más fuerte. No sé sentirte más fuerte. Ni si quiera quiero sentirte así de fuerte. Me gusta oír tu voz, me gusta aunque sea metalizada. Me gusta oírte tranquilo y deducir por ese tono suave que me echas de menos... Casi tanto como yo. No me reconozco. Corriendo por las calles de Florencia por si encuentro un hueco donde activar mi red y entonces casi sentirte. Malditas tecnologías. Benditas ellas que me atan a ti. Benditos nosotros que no hemos salido corriendo a pesar de todo, a pesar de cada tropiezo, de cada impedimento, sin forzarnos, pero a pesar... Aquí seguimos, así, enganchados. Como el que está sumamente enganchado a una droga, a una sustancia química, como el que no quiere desengancharse, enganchados hasta decir basta. Simplemente enganchados...

domingo, 16 de septiembre de 2012


Mi corazón badea popa, 
No sé dónde está mi ropa,
la habré perdido junto al miedo...

domingo, 9 de septiembre de 2012

Bienvenida.



Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también
quizá porque sabes
cómo te pienso y te enumero

después de todo la nostalgia existe
aunque no lloremos en los andenes fantasmales
ni sobre las almohadas de candor
ni bajo el cielo opaco

yo nostalgio
tu nostalgias
y cómo me revienta que él nostalgie

tu rostro es la vanguardia
tal vez llega primero
porque lo pinto en las paredes
con trazos invisibles y seguros

no olvides que tu rostro
me mira como pueblo
sonríe y rabia y canta
como pueblo
y eso te da una lumbre
inapagable
ahora no tengo dudas
vas a llegar distinta y con señales
con nuevas
con hondura
con franqueza

sé que voy a quererte sin preguntas
sé que vas a quererme sin respuestas.











Mario Benedetti- Bienvenida.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Me siento en una de las mesitas del fondo de la cafetería, como a mí me gusta. Me apetece escribir. El café es realmente malo pero es un sitio maravilloso. Es pequeño, la gente es saludable y tiene fotos de campo colgadas de las paredes. Me gusta esta ciudad. Cáceres es diferente. Algo me dice que un día viviré aquí. Aunque sea sólo por un tiempo. No es demasiado grande, ni tampoco demasiado pequeña. Lo justo. La gente es amable, pero no excesiva, y aquí está todo lo que quiero. Llevo un par de semanas planteándome si realmente debería quedarme. Descansar. Siento que necesito reposo, y después del reposo, rehabilitación. Quizá también pueda reposar en Florencia, quizá sea un nuevo comienzo, quizá sea una nueva vida... Quizá y sólo quizá a partir de ese momento consiga ser sanamente feliz. Aveces no entiendo por qué hacemos lo que hacemos, por qué necesito irme, por qué no me basta. Por qué no es suficiente una pequeña casita en un pequeño campo. Por qué quiero mucho más. Algo más. Por qué me aburro tan fácilmente. Por qué y por qué y por qué. Simplemente por qué. A ella no se lo he contado. Pero en él he descubierto alguien como yo. Independientemente dependiente. Necesita tranquilidad pero se aburre fácilmente. Necesita una acción controlada. Así, a simple vista es perfecto. Pero sé que no me conviene. Es demasiado complejo. Es una bomba de relojería. ¿No me podría el curar? ¿Tengo que ser realista? ¿Qué es ser realista? Por un momento el café me sabe a gloria y recuerdo lo que decía Sócrates (o al menos, lo que sus discípulos decían que decía), quien se pasa la vida pensando en cómo vivirla, no vive. Y yo soy una de esas personas. Tengo sed de libros. Tengo sed de sabiduría sobre la vida. Tengo sed de letras de vida. Sin embargo, ¿habré saciado mi sed de vida? De vez en cuando miro a mi alrededor, la gente me mira extrañada. A veces no encajo.  La mayoría de las veces. Lo intento, pero no encajo.


sábado, 1 de septiembre de 2012

Y arrancarte de mis entrañas con la rabia de una niña y con la templanza de una adulta...
No hay nada más doloroso que enamorarse de la persona equivocada...

Llegó Septiembre

Y creo que me tengo que ir.


Sé que te repondrás 
Y que a mí me costará mucho más.
Sí, sigo creyendo en los cuentos de princesas. Sigo creyendo y soñando con los ojos bien abiertos....

No importa que lo niegue una y otra vez. Aquí en mi alma seguirá.

De haberlo sabido...

La suerte es una ramera de primera calidad....

Dice por ahí Quique González. Me voy. Me voy en menos de dos semanas y tan si quiera lo sabes. No quieres saberlo. No has vuelto a llamar. Supongo que provoco esa reacción justo cuando me voy a ir. A veces se me olvida que sólo soy un espectador... Y que tengo el corazón hundido en un bolsillo... Y pienso en lo lejos que estás y en lo lejos que crees que estoy, y mientras, cual animal herido quieres morder, yo estoy en casa, un Viernes noche escribiendo sobre ti. Sobre un gran amor, que ha querido ser efímero por miedo a ser herido. Te has ido, te has ido, lo sé y lo siento... Pero no puedo hacer nada contra ello. Quería llevarte conmigo hasta el fin del mundo, a pesar de todos los pesares, caminar contigo en nuestras adversidades. Caminar e ir superando parte de nuestra locura. Pasear por las calles de esta inmensa locura que es amarte, pero te has ido. Y estoy sola. Y no quiero esperarte. Y en el fondo... en el fondo, es lo mejor. Dos personalidades tan adictivas como el chocolate, como la droga, como el amor. Somos una bomba de relojería a punto de estallar. Y lo malo... Me has vuelto tan loca que escribo algo que nunca te diré, y que sé que nunca leerás, pero me quedaría aquí por ti, para siempre, me casaría mañana si así me lo hubieses pedido, en una iglesia, en una playa o en plena calle, me haría responsable de esas pequeñas vidas con las que jugamos como dos inconscientes. Y mientras leo todas estas absurdeces, me asusto a mi misma de lo peligroso de esta situación, porque cuál pájaro libre encuentra una rama donde posarse, sólo has de estirar un poco el brazo. De manera que con ayuda  del viento que sopla fuerte y a favor, desaparezco dejando esa ramita que un día me sirvió de cobijo, la dejo sabiendo que se ha quebrado y que... de haberlo sabido, no hubiera sido la noche en tu espalda, ni congelándote de frío.